Ava Hills
La manada Alborada era una linda comunidad con mucha vegetación a sus alrededores.
El lugar más tranquilo y apacible que hubiese conocido en años.
La mayoría de los miembros son jóvenes de mi edad, solo pocas personas de la edad de mi padre.
Me tratan con un respeto ceremonioso, aunque muchas veces le he dicho que soy un miembro más.
Supongo que es cuestión de tiempo para que logre acoplarme, hay muchos guerreros fieles a mi padre, ellos me miran como esperando órdenes.
Todos son fuertes, saludables y con un apego más a las tradiciones que a los cambios.
Por suerte es Amelie, ella es menos rígida, desde mi llegada hemos trabado una linda amistad.
Hemos llegado de dar un recorrido por la manada y sus alrededores, mi papá sale al encuentro.
—Padre, ¿Es muy lindo el territorio?
—Me alegra que te agrade —Mi papá hace un gesto a Amelie y ella nos deja a solas — Eres el Alfa de la manada, cariño. Hay una línea invisible entre los demás miembros y tú.
—Ahora entiendo porque to