Ava Davis.
Sentía la mirada salvaje de Liam sobre mí,cerré los ojos y suspiré para calmar mi ansiedad.
“¿Ahora qué hice?”
Fue lo primero que se me vino a la cabeza,solo me dirigía la palabra si tenía que hacer un reproche.
Él se acercó a mí con la frialdad que lo caracterizaba, a esas alturas mi corazón latía en forma desbocada.
—Me voy a la oficina,no salgas de la manada sin mi permiso.
Asentí en silencio,aunque no me parecía justo mordí la lengua para no protestar,me consolé al pensar que él tenía miedo que al salir no volviera más.
Me pareció egoísta de su parte,negar un derecho tan básico como la libertad de circular libremente.
—¿Acaso no tienes lengua? Responde cuando te hablo.
—Sí, mi Alfa.
Él se aleja con su postura erguida y habitual elegancia,lleva un traje azul marino y zapatos negros tan lustrosos que parecen espejos.
Su séquito de escoltas lo sigue y uno de ellos le abre la puerta del coche,los demás corren y se sube a un par de autos más y siguen al auto de mi Alfa