Liam Jones.
No podía sacudirme la sensación de incomodidad que se había posado sobre mí.
¿Qué estaba pasando en nuestra manada? Nunca antes había visto a Luis tan nervioso y, por un momento, sentí que él sabía algo que yo ignoraba.
Estábamos todos reunidos en la mesa, y aunque los demás estaban inmersos en sus conversaciones triviales, yo no podía dejar de pensar en cosas más serias.
La Omega Rosa se acercó a mí con una sonrisa que siempre me había parecido hermosa, aunque nunca he cedido a su juego de seducción.
No porque ella no me gustará si no porque mi corazón es de Ava.
Siempre que Rosa se coló en mi aposento la eché fuera y le dejé claro que no tenía interés por ella.
Lejos estaba de pensar que ella guardaba un rencor en mi contra listo para sacarlo a flote.
Rosa llevaba un platillo que, según dijo, era una especialidad de la casa. No sé por qué, pero algo en ella me inquietaba.
Su mirada era ardiente, el brillo de sus ojos ocultaba algo.
—Alfa, pruebe esta especialidad —me dij