Liam Jones.
La vida me había dado una segunda oportunidad; estaba totalmente recuperado, aunque todavía no me daban de alta.
Me sentía atrapado en el dolor emocional que me devoraba lentamente.
Mi padre, con su habitual indiferencia, intentaba ofrecerme palabras de aliento.
Sin embargo, sus consejos eran en vano porque yo estaba cegado por el dolor de haber perdido a Ava.
No lograban calmar la angustia que sentía.
—¿Cómo te sientes, hijo?
—Vacío.
Esa era la única palabra que podía describir lo que estaba sintiendo.
Había tomado todo lo que Ava había significado en mi vida y lo había arrojado a un abismo.
Durante tanto tiempo, estuve sentado aquí, sin hacer nada, viendo cómo se ensanchaba cada vez más la distancia entre nosotros.
Y ahora, cuando por fin me daba cuenta de lo que significaba Ava para mí, ya era demasiado tarde.
Mi padre insistió en ser pragmático:
—Debes ser agradecido con la vida, estás aquí vivo, eso es lo que cuenta. Además el consorcio demanda tu presencia. Estamos p