Josephine le pagará a Malcolm con la DEA la DEAbajo ay no jajjejaaj ese lobo sin olor y sordo es un loquillo, bueno ¿que pasará ahora? ¡Descubrelo en el proximo capituloo
El ceño de Zacary se frunció de inmediato, mostrando nuevamente esa actitud protectora hacia su familia.—¿Cómo le va a pagar mi mamá si no tenemos oro o plata? —cuestionó, con un tono que combinaba recelo y genuina curiosidad.Un entendimiento silencioso pasó entre Malcolm y Josephine. Ella comprendió perfectamente a qué tipo de "pago" se refería él, y un sutil rubor coloreó sus mejillas mientras bajaba la mirada.—No todo se paga con oro o plata, pequeño —explicó Malcolm con una sonrisa que escondía secretos que solo los adultos saben—. Tu madre me compensará con sus servicios aquí en la casa del bosque…Hizo una pausa calculada antes de añadir:—Así que lo que les traiga, no lo vean como regalos, sino como parte de nuestro acuerdo.Aquella explicación, formulada con cuidado para preservar tanto el orgullo de la familia como la naturaleza privada de su “arreglo” con Josephine, pareció satisfacer a los mellizos quienes se relajaron al instante.—Cuando vuelva —agregó Malcolm—, podríam
—Vamos —dijo Malcolm a su esposa, permitiendo que ella lo guiara hacia una de las pequeñas salas de estar que raramente utilizaban. En cuanto la puerta se cerró tras ellos, la máscara de cortesía de Sarah se disolvió como sal en agua. Su rostro se transformó en una máscara de furia que ya no podía controlar más.Fue por eso que, al instante, el sonido seco de la bofetada que le propinó a su esposo hizo eco en la habitación vacía, sorprendiendo incluso al propio Malcolm. La mano de Sarah, decorada con anillos ornamentados, dejó una marca rojiza en su mejilla que comenzó a arder de inmediato.—¿Cómo te atreves a venir a estas horas? ¡¿Dónde demonios has estado?! —exigió ella, con sus ojos verdes encendidos de rabia—. ¡Te dije específicamente que hoy tendríamos una fiesta importante! ¡Invité a lores de Aurocanto! ¡Todas mis amigas con sus manadas están aquí! ¿Tienes idea de lo humillante que fue explicar por qué el lord de la casa McTavish no estaba presente para recibirlos cuando llegaro
Horas más tarde, cuando ya la fiesta había iniciado, el castillo de Malcolm, específicamente en el gran salón, exhibía una opulencia calculada meticulosamente por Sarah, destinada a impresionar a los invitados y reafirmar la posición de los McTavish en la jerarquía de Altocúmulo. Los manjares se servían en bandejas enchapadas en oro, destacando especialmente una elaborada estructura central, que era una réplica en miniatura del castillo hecha completamente de azúcar hilado y caramelo, rodeada de pequeñas figuras de animales comestibles que los niños podían tomar como golosinas, aunque no muchos se acercaban, porque tal parecía que no todos los niños les gustaba comer tantas golosinas.Malcolm, observando la escena desde su posición, no podía evitar comparar la frivolidad de aquella celebración con la sencillez reconfortante del desayuno compartido esa mañana con Josephine y los mellizos, incluso podría decir que lo extrañaba. Aquí, los niños corrían con sus ropas perfectamente confecci
Malcolm notó las miradas de curiosidad que algunos invitados cercanos les dirigían, atentos a cualquier señal de fricción familiar que pudiera alimentar los chismes de la corte. Al Alfa no le importó y mantuvo su expresión neutral, respondiendo con una calma forzada.—Padre, madre —saludó Malcolm con una leve inclinación—. Por supuesto que no los estaba evitando —mintió con descaro, pero sonó convincente—. Desde que llegué a mi castillo las responsabilidades como anfitrión me han mantenido ocupado.Su padre resopló con evidente incredulidad, mientras que su madre lo examinaba con esa mirada calculadora que siempre lo hacía sentir como un espécimen bajo un cristal de aumento.—Tu esposa nos comentó que llegaste esta mañana, como ya te lo dije—comentó Lady Eleanor, ajustando innecesariamente los pliegues de su vestido—. ¿Debo asumir que pasaste la noche en esa cabaña tuya de mal gusto? —asumió lady McTavish haciendo una mueca de disgusto, ella detestaba la ubicación de esa casa, porque e
Malcolm reprimió el impulso de poner los ojos en blanco ante la intromisión de su madre. Debería haber anticipado que Sarah no perdería la oportunidad de quejarse con sus suegros, a pesar de que él sabía que ella los odiaba.—Todos los matrimonios tienen sus momentos difíciles, madre y especialmente nosotros —respondió diplomáticamente.—No es solo eso —intervino su padre—. Lord Silvercliff nos visitó hace unas semanas. Está preocupado por la falta de herederos. Han pasado diez años, Malcolm…—Sabes perfectamente que eso no es posible, padre. Soy estéril, como ya hemos discutido anteriormente. Los sanadores lo confirmaron.Al mencionar esto, Malcolm no pudo evitar que su mente viajara brevemente a Josephine y los mellizos. Una sensación extraña lo invadió al pensar en esos niños que, aunque deseó adoptarlos, sería imposible ahora que lo pensaba mejor.—Tonterías —espetó Lord Augustus con un gruñido bajo que hizo que algunos invitados cercanos se alejaran instintivamente—. Ningún McTavi
«Narra Josephine»No pude controlar el temblor de mis manos mientras Malcolm deslizaba el anillo en mi dedo. No temblaba por nerviosismo o porque me arrepintiera, temblaba por miedo. Porque allí en los Dominios Elevados, donde solo vivía la élite de los Alfas, amar a quien no debías podía llevarte a la muerte.—La luna y las estrellas son testigos de esta unión —dijo Malcolm, y noté cómo su voz, normalmente firme, también temblaba—. Yo, Malcolm I McTavish, te tomo como mi esposa y compañera de vida, a ti, Josie.Ambos sonreímos cuando me llamó "Josie". Un pequeño momento de complicidad en medio del peligro.—Josephine Fletcher... —susurré, diciéndole mi nombre completo.Malcolm sonrió, mirándome con esos ojos grises azulados que tanto me gustaban, diciendo:—Te tomo como mi esposa y compañera de vida, Josephine Fletcher…En ese momento, nos encontrábamos en una pequeña cabaña abandonada en el borde del "Gran Bosque" que apenas era visible en la oscuridad. Pero dentro de la cabaña, las
«Narra Josephine»Malcolm se tensó mirando hacia la ventana, pude ver cómo su cuerpo ya estaba listo para transformarse y protegerme. Contuvo la respiración, agudizando sus sentidos de Alfa, pero luego, pude ver cómo sus hombros se relajaron y dejó de tener el ceño fruncido.—Solo es un animal —susurró tras unos segundos eternos.Exhalé, pero el miedo no me abandonó. ¿Cómo podría? Estaba a punto de huir con el hijo del segundo hombre más poderoso del reino, un Alfa prometido a la hija de la manada Silvercliff. En el reino había tres familias Alfas poderosas: la familia real, que era la manada Lycanburg, luego estaban los McTavish y seguían los Silvercliff. Malcolm estaba comprometido con la hija de los Silvercliff desde que tenía memoria, ya que esa unión sellaría el control absoluto sobre las minas de aerolita y, con ellas, el poder sobre todos los Dominios Elevados que eran donde vivían los poderosos.Y yo, ¿quién era yo? Una druida huérfana, talentosa sí, pero nacida en las Tierras
ONCE AÑOS DESPUÉSTIERRAS BAJAS: DISTRITO CORONA DE NIEBLA«Narración general»—¡Zacary, no te alejes tanto! —llamó Josephine al ver cómo su hijo de diez años se adelantaba corriendo—. Lyra, cariño, ¿podrías vigilar a tu hermano?—Sí, mami —respondió la niña mirando a su madre—. ¡Zacary! —gritó Lyra—. ¡No te alejes demasiado!—¡Cállate, Lyra, tú no me das órdenes! —replicó el pequeño a su hermana melliza.—¡Zacary! —exclamó Josephine, y bastó con ese tono para que su niño se encogiera de hombros, redujera el paso y esperara a su hermana y a su madre.—Mami, déjame ayudarte con la tinaja, sabes que puedo —pidió Zacary, extendiendo sus brazos hacia el pesado recipiente que su madre cargaba.—No, mi amor, luego sospecharían... recuerda, un niño de diez años no debería poder cargar algo tan pesado. ¿Qué es lo que no deben saber los del pueblo?—No deben saber que soy un lobo, ya lo sé —respondió el pequeño poniendo los ojos en blanco, cansado de escuchar siempre la misma advertencia.—Exa