61. Instantes de intimidad robada
—Oh —exclamaron Zacary y Lyra al unísono, mostrando la inocencia de niños que no conocían nada sobre intimidad o aromas “lujuriosos”, porque nunca los habían percibido, al menos no dentro o cerca en el Monasterio Niebla.
Lyra ladeó ligeramente la cabeza, sus ojitos claros fijos en su madre mientras formulaba una pregunta que hizo que Josephine se tensara visiblemente.
—¿Entonces realmente nunca sentiste deseo por la comida ni el vino del Monasterio Niebla, mami? Jamás habías olido así antes.
«Por todos los dioses druidas, debo ser más cuidadosa», se reprendió Josephine mentalmente, arrepintiéndose de haber realizado semejante "experimento" en presencia de sus perspicaces cachorros. Sus mejillas aún conservaban el rubor que la delataba mientras buscaba desesperadamente cambiar de tema.
—Sí me gustaban —respondió con rapidez, agitando levemente una mano como restando importancia al asunto—. En fin, niños, ¿les gustaría ir a explorar el bosque como ayer?
Los ojos de los pequeños se ilumin