Ay Malcolm, si supueras que Josephine quiere que le des hasta para llevar xD ¿Lo descubrirá algun día? ¡Eso lo sabremos pronto! gracias por leer :D
—Oh —exclamaron Zacary y Lyra al unísono, mostrando la inocencia de niños que no conocían nada sobre intimidad o aromas “lujuriosos”, porque nunca los habían percibido, al menos no dentro o cerca en el Monasterio Niebla.Lyra ladeó ligeramente la cabeza, sus ojitos claros fijos en su madre mientras formulaba una pregunta que hizo que Josephine se tensara visiblemente.—¿Entonces realmente nunca sentiste deseo por la comida ni el vino del Monasterio Niebla, mami? Jamás habías olido así antes.«Por todos los dioses druidas, debo ser más cuidadosa», se reprendió Josephine mentalmente, arrepintiéndose de haber realizado semejante "experimento" en presencia de sus perspicaces cachorros. Sus mejillas aún conservaban el rubor que la delataba mientras buscaba desesperadamente cambiar de tema.—Sí me gustaban —respondió con rapidez, agitando levemente una mano como restando importancia al asunto—. En fin, niños, ¿les gustaría ir a explorar el bosque como ayer?Los ojos de los pequeños se ilumin
Malcolm sentía que las riendas de su autocontrol se deslizaban peligrosamente entre sus dedos. Un calor que no sentía ni siquiera en el lecho con su esposa, ahora invadía su cuerpo mientras un pensamiento salvaje cruzaba su mente: deseaba barrer con un solo movimiento todo lo que reposaba sobre aquella mesa y hacer suya a la Druida allí mismo, sin ceremonias ni protocolos. La intensidad del impulso lo sobresaltó; había venido a hablar con ella, no a dejarse arrastrar por un deseo carnal que lo convertía en la bestia que todos esperaban que «no» fuera.Con un esfuerzo casi doloroso, se apartó bruscamente de Josephine, rompiendo el contacto que amenazaba con consumirlos a ambos. La Druida también retrocedió un paso, con su pecho subiendo y bajando aceleradamente mientras intentaba recuperar el aliento. Una bien disimulada señal de frustración cruzó fugazmente por los ojos de ella antes de que compusiera una expresión de indignación.En un gesto que pretendía restaurar algo de decoro a la
Luego de que Josephine hiciera las preguntas que más le causaban curiosidad, al menos por ahora, acerca de Malcolm, los dos permanecieron inmóviles por un instante, en un silencio que era entre incomodo y agradable, por muy extraño que sonara. Sin embargo, fue Malcolm quien, con un visible esfuerzo, dio un paso atrás, pasándose una mano por el cabello enrulado porque sin querer se había quedado viendo los labios de Josephine y eso no era buena idea, al menos no era su intensión lucir tan obvio, que se notara a simple vista el deseo que sentía por besarla una vez más.—Y con respecto al beso de hace poco... —comenzó Malcolm, pero las palabras parecían escapársele. Se aclaró la garganta y apartó la mirada—. Fue precipitado —fue lo único que logró articular mientras Josephine, intentando recuperar la compostura, se arreglaba distraídamente los pliegues de su vestido de retazos.—Sería mejor que continuáramos con nuestras actividades, ¿no cree, milord Alfa? —sugirió ella con voz que prete
Los ojos azules de Josephine se iluminaron por un instante, pero luego la cautela regresó a ellos.—No sería apropiado para una Druida desterrada como yo montar en un artefacto reservado para nobles —respondió, bajando ligeramente la mirada hacia sus manos—. Podrían vernos y eso le ocasionaría problemas a usted, milord Alfa.A pesar del tono formal que intentaba mantener Josephine, el anhelo en su voz resultaba tan evidente como el ligero temblor de sus dedos, que ahora jugueteaban nerviosamente con el borde de la manga borgoña de su vestido.Malcolm se encontró deseando borrar aquella expresión resignada de su rostro. Algo primitivo en su interior se rebelaba contra las barreras sociales que los separaban, contra las normas rígidas que habían truncado lo que una vez fue, sin que él lo recordara, pero como si se estuviera reescribiendo la historia una vez más, ahí estaba el Alfa, dejándose llevar…—Estamos solo tú y yo aquí... —señaló con una sonrisa tentadora que suavizaba sus faccio
Durante las siguientes dos horas, Malcolm le explicó la rutina diaria de los animales: cuándo debían ser alimentados, cómo y cuándo ejercitarlos, los cuidados específicos que cada uno necesitaba. Josephine escuchaba atentamente, haciendo preguntas ocasionales que revelaban un conocimiento más profundo del que Malcolm había anticipado.—Nunca imaginé que una Druida supiera tanto de caballos —comentó mientras salían de los establos, y Josephine pensaba que ya era hora de que sus niños regresaran, aunque aun no era hora del almuerzo.—Los druidas somos versátiles, milord Alfa —respondió ella con una sonrisa enigmática—. Aprendemos a valorar a todas las criaturas.Y así, de regreso a la casa, Josephine comenzó a preparar el almuerzo mientras Malcolm estaba de pie, recostado sobre la pared de la cocina, mirándola trabajar.—Tu comida es excelente —dijo Malcolm mientras se sentaba nuevamente a la mesa, tomando un trozo de pan que Josephine hizo en la mañana—. No recuerdo haber probado algo
«Narra Josephine»No pude controlar el temblor de mis manos mientras Malcolm deslizaba el anillo en mi dedo. No temblaba por nerviosismo o porque me arrepintiera, temblaba por miedo. Porque allí en los Dominios Elevados, donde solo vivía la élite de los Alfas, amar a quien no debías podía llevarte a la muerte.—La luna y las estrellas son testigos de esta unión —dijo Malcolm, y noté cómo su voz, normalmente firme, también temblaba—. Yo, Malcolm I McTavish, te tomo como mi esposa y compañera de vida, a ti, Josie.Ambos sonreímos cuando me llamó "Josie". Un pequeño momento de complicidad en medio del peligro.—Josephine Fletcher... —susurré, diciéndole mi nombre completo.Malcolm sonrió, mirándome con esos ojos grises azulados que tanto me gustaban, diciendo:—Te tomo como mi esposa y compañera de vida, Josephine Fletcher…En ese momento, nos encontrábamos en una pequeña cabaña abandonada en el borde del "Gran Bosque" que apenas era visible en la oscuridad. Pero dentro de la cabaña, las
«Narra Josephine»Malcolm se tensó mirando hacia la ventana, pude ver cómo su cuerpo ya estaba listo para transformarse y protegerme. Contuvo la respiración, agudizando sus sentidos de Alfa, pero luego, pude ver cómo sus hombros se relajaron y dejó de tener el ceño fruncido.—Solo es un animal —susurró tras unos segundos eternos.Exhalé, pero el miedo no me abandonó. ¿Cómo podría? Estaba a punto de huir con el hijo del segundo hombre más poderoso del reino, un Alfa prometido a la hija de la manada Silvercliff. En el reino había tres familias Alfas poderosas: la familia real, que era la manada Lycanburg, luego estaban los McTavish y seguían los Silvercliff. Malcolm estaba comprometido con la hija de los Silvercliff desde que tenía memoria, ya que esa unión sellaría el control absoluto sobre las minas de aerolita y, con ellas, el poder sobre todos los Dominios Elevados que eran donde vivían los poderosos.Y yo, ¿quién era yo? Una druida huérfana, talentosa sí, pero nacida en las Tierras
ONCE AÑOS DESPUÉSTIERRAS BAJAS: DISTRITO CORONA DE NIEBLA«Narración general»—¡Zacary, no te alejes tanto! —llamó Josephine al ver cómo su hijo de diez años se adelantaba corriendo—. Lyra, cariño, ¿podrías vigilar a tu hermano?—Sí, mami —respondió la niña mirando a su madre—. ¡Zacary! —gritó Lyra—. ¡No te alejes demasiado!—¡Cállate, Lyra, tú no me das órdenes! —replicó el pequeño a su hermana melliza.—¡Zacary! —exclamó Josephine, y bastó con ese tono para que su niño se encogiera de hombros, redujera el paso y esperara a su hermana y a su madre.—Mami, déjame ayudarte con la tinaja, sabes que puedo —pidió Zacary, extendiendo sus brazos hacia el pesado recipiente que su madre cargaba.—No, mi amor, luego sospecharían... recuerda, un niño de diez años no debería poder cargar algo tan pesado. ¿Qué es lo que no deben saber los del pueblo?—No deben saber que soy un lobo, ya lo sé —respondió el pequeño poniendo los ojos en blanco, cansado de escuchar siempre la misma advertencia.—Exa