186. El taller del inventor excéntrico
Eloy, el lobo que les recomendó el humano que era conductor del dirigible, se dedicó a observar al grupo que estaba frente a la puerta de su taller durante varios segundos con esos extraños lentes oscuros que parecían diseñados para trabajo de soldadura. Durante su inspección visual, inclinaba su cabeza de lado a lado como si estuviera evaluando una máquina compleja que necesitaba reparación. Sus movimientos tenían una actitud nerviosa, casi frenética, como si su mente trabajara a una velocidad que su cuerpo luchaba por seguir.
—Roberto, Roberto, Roberto —murmuró, golpeteando sus dedos contra el marco de la puerta en un ritmo rápido e irregular mientras la otra jovencita estaba detrás de él, también viéndolos a todos.
—Si, Roberto, el humano del dirigible… —dijo Gael, esperando que no los hubieran engañado y llevado directamente a una trampa, en el peor de los casos.
Malcolm se mantenía alerta, también esperando lo peor, al igual que el resto solo por ver como actuaba ese lobo.
—Sí, sí