95. El reencuentro familiar
Luego de oír lo que dijo Nathaniel, Sarah se giró hacia él, arqueando una ceja perfectamente delineada.
—¿Qué quieres decir? —cuestionó, entrecerrando sus ojos.
Nathaniel se acercó nuevamente, bajando la voz, aunque sabía que estaban solos en el ala este del castillo.
—Los “accidentes” ocurren, Sarah —explicó con tono casual—. Especialmente a aquellos que gustan de adentrarse solos en el bosque o probar sus deslizadores de aerolita a grandes alturas —declaro, sonriendo.
Sarah contuvo la respiración, comprendiendo inmediatamente lo que Nathaniel sugería.
—¿Hablas de...?
—Hablo de libertad —la interrumpió él, acariciando su mejilla—. De un futuro juntos, sin obstáculos. ¿No sería más fácil perder a tu esposo en una trágica muerte que anular un matrimonio? —Hizo una pausa significativa—. Las viudas jóvenes son respetadas y compadecidas. Y una viuda de tu posición, heredera de las minas McTavish y Silvercliff... sería un partido muy conveniente para un Consejero Real, ¿no crees?
Sarah perm