101. De vuelta al abismo
DISTRITO DE LAS SOMBRAS
El viaje había durado tres días. Tres interminables días en los que Gael y sus Alfas desterrados, ahora Omegas, sintieron cada sacudida del camino como una herida abierta. Finalmente habían llegado al temido Distrito de las Sombras.
La travesía desde el Distrito Niebla hasta aquella prisión subterránea se había convertido en un suplicio de kilómetros recorridos a lomo de caballos exhaustos que tiraban de carretas desvencijadas. Durante todo el trayecto permanecieron amarrados de pies y manos con grilletes de plata —metal que anulaba cualquier intento de escape— como parte deliberada de su castigo. Ni agua ni comida les fue ofrecida, una estrategia cruel para que llegaran a su destino con el espíritu tan quebrado como sus cuerpos hambrientos y se les hiciera más fácil liberarlos sin mucha oposición.
El Distrito de las Sombras hacía honor a su nombre. Se hundía bajo tierra en una región desolada y lejana las Tierras bajas, que era un páramo que todos conocían como