Después de pasar un buen rato dando vueltas en la cama sin poder dormir, decidí que lo mejor era levantarme y hacer algo. El cielo aún estaba sumido en penumbras; faltaba al menos una hora para que amaneciera, pero la ansiedad me devoraba. No podía dejar de pensar en la reunión con el Alfa. Estaba acostumbrada a que me cerraran las puertas cada vez que pedía entrenar, luchar o participar en algo importante… y no quería que volviera a ocurrir.
Fui al baño a lavarme la cara y me vestí con unos leggings y un top deportivo negro. Tomé mis tenis en una mano y salí de la casa descalza para no despertar a nadie. Ya afuera, me calcé apresurada y me coloqué los audífonos. Comencé a correr por el centro de la manada, dejando que el ritmo constante de mis pasos intentara calmar mi mente. La primera media hora me mantuve cerca, pero poco a poco me fui internando en el bosque.
Fue entonces cuando Grace habló en mi interior, su voz cargada de tensión.
—Cece… creo que algo no está bien aquí.
Me detu