Capítulo 25. Espionaje
—Bien, tómate ese té, relájate. El Alfa se encargará, seguro que no es nada —dijo Nana mientras daba otro sorbo y seguía charlando como si nada hubiera pasado.
Me quedé en silencio unos segundos, pero la duda me carcomía.
—Nana… ¿qué fue lo que hiciste hace un momento? Dijiste que mi sangre no sería faro. ¿Qué significa eso?
Ella sonrió con suavidad, pero sus ojos tenían un brillo extraño.
—Fue un pequeño hechizo de protección. Así se les hará más difícil olerte o encontrarte. Aunque no tengas esencia perceptible para los lobos, no quiere decir que otras especies no puedan sentir algo en ti.
Un escalofrío me recorrió la espalda.
—¿Otras especies…? —murmuré, más para mí que para ella.
Papá no había dicho nada hasta entonces, pero cuando lo miré me encontré con su rostro ensombrecido, la mirada perdida en un punto fijo, lleno de preocupación.
—No quiero que vuelvas a salir al bosque, Cece. Y no quiero que hagas rondas ni nada que te exponga —dijo finalmente con voz grave.
Me le