Capítulo 29. Buffet
Cuando llegué a la casa de la manada, los guardias me indicaron que el Beta estaba en la zona del comedor. Como ese espacio era abierto para todos los lobos sin pareja, decidí aprovechar para cenar allí mismo y así hablar con él con más calma.
Apenas crucé la puerta, me sorprendió el ambiente que reinaba en el comedor. El murmullo de decenas de voces, el choque de platos y cubiertos, y la energía vibrante de tantos lobos reunidos me golpearon como una ola. Las mesas se extendían de un extremo a otro, rebosantes de comida. El buffet era impresionante: carnes asadas que desprendían humo, panes recién horneados, guisos espesos y aromáticos, frutas frescas. Sabía que los hombres lobo éramos comilones por naturaleza, pero aquello parecía un festín interminable.
—Se ve delicioso, Cece… —murmuró Grace con un tono entusiasta, casi babeando.
Sonreí ante su comentario y me dirigí al buffet. Ya me estaba acostumbrando a las miradas de todos, a esos ojos que me seguían por mi falta de olor. No va