Capítulo 30. Un tequila
Después de un rato decidí recorrer la casa de la manada y ver los cambios que habían hecho. Ahora había un gimnasio pequeño bajo techo —eso sí era nuevo—, las salas tenían un aire mucho más moderno y elegante, e incluso habían agregado una sala de juegos impresionante con mesas de billar y luces de neón. Pero lo que más llamó mi atención fue el bar: estanterías repletas de licores y vinos finos, botellas brillando bajo la luz cálida, y un bartender siempre listo para atender.
“Un trago no me vendría mal”, pensé.
—Hola, ¿cómo estás? —saludé al bartender al acercarme.
—Muy bien, ¿y tú? ¿Qué se te ofrece? —respondió con una sonrisa coqueta.
Lo típico. Estos tipos parecían nacer con el encanto en las venas.
“Está guapo, Cece. Un par de coqueteos no hacen daño”, murmuró Grace con picardía.
Me senté en una de las sillas altas y crucé las piernas. Llevaba puesto un short de ejercicio bastante corto, apenas cubierto por una sudadera enorme, pero era suficiente para sentirme cómoda… y para atr