—Pueden beber. Relájense un poco —digo, levantando mi vaso con una sonrisa ladeada—. No sean tímidos. Hoy estoy de buen humor.
Al principio, se miran entre ellos, dudosos, como si esperaran que fuera una trampa. Pero finalmente ceden, sirviéndose tragos con rapidez. La tensión comienza a disiparse