Alessandro conducía sin un rumbo fijo, sus dedos tamborileando con impaciencia sobre el volante. La escena en la habitación aún persistía en su mente, la sensación de su piel temblorosa bajo sus labios, la forma en que su respiración se entrecortaba, hasta que pronunció ese maldito nombre.
«Damián.»
Sintió cómo la ira volvía a recorrer su cuerpo. Su agarre sobre el volante se tensó, los nudillos tornándose blancos.
«¿Cuánto más pensaba Erika aferrarse a ese estúpido recuerdo?»
Sabía que no sería fácil arrancarlo de su corazón. Después de todo, Damián había sido su primera relación seria, su supuesto "compañero de vida", alguien que le hizo creer que la amaba cuando en realidad no era más que un egoísta que solo la veía como una extensión de su propio ego.
Pero ya no.
No mientras él estuviera aquí.
Alessandro exhaló lentamente, forzándose a calmarse. Todo tenía una solución. Y él era un hombre que conseguía lo que quería. Erika ya estaba dentro de su mundo, trabajando bajo su sombra, d