**ÚRSULA**
Las luces de la capilla titilaban sobre mí, demasiado cálidas, demasiado envolventes para un momento que no debería sentirse tan irreal. Me casaré. Klaus lo decía con una seguridad implacable, como si fuera la única opción viable, como si no hubiera espacio para dudas ni cuestionamientos.
Pero yo sí dudaba. Pero el matrimonio no era un juego. No podía tomar una decisión así impulsivamente, no podía simplemente entregarme a la idea porque parecía la mejor salida. No podía casarme sin amor. Klaus seguía esperando, su mirada fija en la mía, paciente pero intensa. Insistía. Me recordaba las consecuencias, me hacía ver lo inevitable, me envolvía en la certeza de que, si decía que no, mi padre eventualmente me encontraría.
Lo peor era que no estaba equivocada. Si me negaba, ¿qué haría? ¿Huir de nuevo? ¿Vivir siempre con el miedo de que me obligaran a regresar?
Miré a Klaus, realmente mirándolo. Unirme a alguien como él no sería tan malo, pero no por amor. No por una emoción genui