**KLAUS**Hubo una pausa al otro lado de la línea, solo unos segundos, pero suficientes para confirmar que entendía la importancia de la orden.—¿Qué tan cerca quiere que lo siga? —preguntó, finalmente, con ese tono calculador que lo caracterizaba.—Quiero saber todo. Cada movimiento que haga, cada llamada que reciba, cada reunión en la que se siente. No importa si parece insignificante.Sabía que un hombre como Diego no actuaría solo. Buscaría apoyo, movería influencias, intentaría usar cada recurso a su alcance para encontrarme. Pero el problema era que ya iba tarde.—Entendido. Me encargaré de que no dé un paso sin que lo sepamos.Sonreí levemente, satisfecho. Martín sabía lo que hacía, y no dejaría que Diego se moviera sin que yo tuviera cada detalle antes que él mismo supiera qué estaba haciendo.—Mantente en contacto. Quiero informes constantes.—Lo tendrás.La llamada se cortó y dejé el teléfono sobre la mesa, cruzando los brazos mientras observaba la noche que se extendía sobr
**KLAUS**La paciencia siempre ha sido una virtud mía. He esperado, he guiado, he construido cuidadosamente cada paso para que todo saliera como debía. Pero después de una semana en Las Vegas, después de observar a Úrsula envolverse en su burbuja de libertad sin notar el peligro que acechaba, supe que el momento de un cambio drástico había llegado.Así que lo hice.La noche estaba tranquila, el restaurante iluminado con una luz tenue que hacía que todo pareciera más íntimo, más controlado. Úrsula estaba frente a mí, disfrutando su cena, completamente ajena a lo que estaba por decirle.Me acomodé en mi asiento, dejé el tenedor sobre el plato con deliberada calma, y la miré fijamente antes de hablar.—Tu padre te está buscando. —Mi voz fue directa, sin rodeos.La expresión en su rostro se desmoronó en cuestión de segundos. Sus ojos se abrieron un poco más, sus labios se separaron apenas, y su respiración se hizo más contenida. Ahí estaba el miedo que había estado ignorando.No le di tie
**KLAUS**Sus ojos, llenos de incertidumbre segundos antes, se encontraron con los míos. En esa mirada, pude discernir una aceptación silenciosa, una capitulación sin palabras a la situación. Parecía resignada a su destino.Una sonrisa se dibujó en mis labios. Sabía que la victoria era inminente, que el tiempo jugaba a mi favor. El camino estaba allanado. De regreso a la suite, mientras nos deteníamos frente a la puerta, justo antes de despedirme de ella, una idea cruzó mi mente. Una posibilidad que no había considerado antes.—¿Te importaría que pasara un instante? —pregunté, buscando disimular mi repentino interés.—Por supuesto, adelante, entra —respondió ella con una confianza que me sorprendió. Parecía no sospechar nada, o tal vez simplemente no le importaba.Me acomodé en el sofá, buscando una posición relajada. La invité a sentarse a mi lado con un gesto sutil de la mano. Sonreía con timidez, un rubor delicado coloreando sus mejillas cada vez que me acercaba, demostrando que aú
**KLAUS**Con la urgencia que me dictaba esa sensación, me dirigí casi de inmediato al cuarto de baño. Necesitaba desesperadamente encontrar una manera de aplacar esa excitación que crecía dentro de mí. Entré rápidamente a la ducha, girando la llave hasta que el agua fría comenzó a brotar. El propósito era claro: necesitaba serenarme, bajar las revoluciones, ya que la fuerza de esas emociones amenazaba con desbordarme. Temía profundamente que esa sensación me dominara por completo, perdiendo toda compostura y actuando de una manera que luego lamentaría.La bata de dormir descansaba sobre mis hombros, el suave tejido apenas perceptible contra mi piel mientras me apoyaba en el marco del ventanal, observando las luces interminables de Las Vegas. La ciudad vibraba con su energía imparable, con su eterna promesa de caos disfrazado de glamour.Pero mi mente estaba en otra parte. Úrsula.Desde el primer día, todo estuvo calculado. Cada palabra, cada gesto, cada decisión, todo con el propósit
**ÚRSULA**El sonido del cristal rompiéndose resonó en la sala como un grito contenido. Allí estaba él, Klaus Weber, de pie entre los fragmentos de una copa caída, con esa mirada que combinaba arrogancia y misterio. Desde el momento en que nuestros ojos se cruzaron, supe que mi vida, tan ordenada y predecible, estaba a punto de incendiarse. Pero lo que no sabía era si él sería la chispa que me consumiría o el fuego que finalmente me liberaría.Diego, mi padre, lanzó una mirada severa hacia Klaus, pero él no se inmutó. Parecía tan seguro de sí mismo, incluso mientras un camarero apresurado intentaba limpiar los cristales bajo sus pies. Mi padre siempre tenía una habilidad especial para juzgar a las personas, y con Klaus, su expresión era clara: desconfianza absoluta. Yo, sin embargo, no podía apartar la vista de él. Había algo en su manera de estar allí, como si no perteneciera, pero, al mismo tiempo, dominara por completo la sala.—¿Estás bien? —pregunté impulsivamente, ignorando la m
*KLAUS*En el mundo de los juegos me conocen como El Tiburón del Póker, un título ganado a pulso. Invencible y despiadado con los tramposos, mi éxito me ha otorgado riqueza y poder. Poseo una gran mansión, autos lujosos y una vida de excesos. Sin embargo, la felicidad me elude. El pasado me atormenta y, copa en mano frente al ventanal de mi mansión, el peso de mis decisiones me abruma.FLASHBACKEl recuerdo de aquel día permanece indeleble en mi mente, como si estuviera grabado a fuego. Fue un día que lo cambió todo, marcando un antes y un después en mi vida. Papá, sin previo aviso, sin darnos tiempo a reaccionar, tomó una decisión que alteraría el rumbo de nuestras vidas: eligió un camino diferente al nuestro. Y aunque la noticia me golpeó con la fuerza de un huracán, dejándome un profundo dolor en el alma, con el tiempo, llegué a comprender, al menos en parte, que la vida a menudo nos reserva sorpresas inesperadas, giros bruscos que no podemos prever ni controlar.Jamás imaginé, ni
*KLAUS*CONTINUACIÓN DEL FLASHBACKNo pude darle a mi madre un entierro digno. Un vecino improvisó un cajón con reglas, y yo le ayudé a elaborarlo. Lloré amargamente mientras lo hacía, sin encontrar consuelo. Nos regalaron un pedacito de tierra en el cementerio público para poder enterrarla. Todos se fueron cuando ella fue sepultada, pero yo me quedé de pie sobre el bulto de tierra, llorando con rabia como nunca antes. Esa fue la última vez que lloré; mi corazón murió en ese instante, y desde entonces, no existen emociones en mí.Tenía solo once años cuando esa desgracia me alcanzó. Trabajé de todo: lavando autos, botando basura, cortando sácate. A esa edad, mis manos ya estaban llenas de callos. En mi cabeza solo pensaba en vengarme del desgraciado de mi padre. Mi anhelo era encontrarlo y hacerle pagar por todo esto.Un día, no tenía nada que comer. Me senté en la acera frente a un club VIP nocturno, esperando alguna oportunidad para ganar dinero, algún mandado, lo que fuera. Ya habí
*KLAUS*Sabía todo sobre Úrsula Meyer antes de que nuestras miradas se cruzaran por primera vez. Sus gustos, sus rutinas, sus debilidades. Había dedicado semanas a estudiar cada detalle de su vida. Leía cada artículo sobre sus apariciones públicas, analizaba las fotos que publicaban los medios, e incluso aprendí cuáles eran sus flores favoritas: las orquídeas blancas, símbolo de pureza. ¡Qué ironía!Úrsula no era el tipo de mujer que me atraía. Rica, protegida por un padre omnipresente, viviendo en una burbuja de privilegios. No soportaba a las personas que creían que el mundo giraba a su alrededor, las que nunca habían tenido que pelear para tener algo. Pero no estaba allí para dejarme llevar por mis preferencias. Tenía un objetivo, y ella era el camino para conseguirlo.Cuando la vi por primera vez en ese evento de caridad, rodeada de lujos y aduladores, fue como presenciar a un pájaro dorado en su jaula. Se movía con gracia, pero había algo en sus ojos que contradecía su apariencia