**ÚRSULA**
Mire el vino o lo que sea, algo extraño. Lo llevé a mis labios, un poco insegura, y dejé que el líquido dulce y refrescante me sorprendiera. Había algo de picante al final, pero era sutil, solo lo suficiente para despertar mis sentidos. Sentí una chispa de emoción al pensar que estaba probando algo nuevo, algo que nunca habría imaginado en mi vida cotidiana.
—¿Qué te dije? —preguntó Klaus, con una sonrisa de satisfacción al ver mi reacción.
—No está mal —respondí, intentando sonar indiferente, pero la sonrisa en mi rostro me delataba.
El tiempo parecía diluirse en el ambiente del club. Bailamos, al ritmo de la música y seguimos probando más tragos cuyos nombres ni siquiera intenté recordar. Cada uno tenía un sabor distinto, una experiencia nueva que me hacía sentir más viva. A veces, sentía la mirada de Klaus sobre mí, y cada vez que lo hacía, mi corazón latía un poco más rápido.
Había algo en sus ojos, en su expresión de complacencia, que me hacía sentir como si esa noche