CAPÍTULO 3
MONSERRAT
El sol entraba por las rendijas de la ventana cuando bajé al comedor. El olor a pan tostado y café recién hecho llenaba el ambiente, haciendo que mi estómago rugiera de hambre. Mis abuelos ya estaban sentados, como siempre, impecablemente vestidos para desayunar. Me uní a ellos con una sonrisa mientras el tema recurrente desde hace semanas surgía : el futuro.—Entonces, cariño, ¿ya tienes claro a qué universidad quieres ir? —preguntó mi abuela mientras me pasaba el plato con frutas frescas.—Tengo en la mira la Universidad Tecnológica, abuela. Quiero ser ingeniera, como papá y mamá.Su mirada se suavizó con orgullo, y mi abuelo asintió con aprobación.—Serías la primera de tu generación en continuar con el legado familiar. Estoy seguro de que harás cosas grandiosas, Monse —comentó mi abuelo, mientras tomaba un sorbo de café.—Gracias, abuelo. Sé que es una gran responsabilidad, pero estoy segura de que puedo lograrlo.El ambiente de la conversación era cálido, pero pronto cambió cuando mi abuela, siempre perspicaz, hizo una pregunta inesperada:—¿Cómo la pasaste anoche en la fiesta? Me sorprendió que volvieras tan temprano. ¿Sucedió algo?El rubor me subió a las mejillas, pero traté de mantener la calma.—No, abuela. Todo estuvo bien. Juli y yo llegamos temprano, y antes de irnos, comimos unas hamburguesas. Cuando ya me sentía cansada, le pedí al abuelo que me fuera a buscar. No quería interrumpir a Julián, se le veía tan a gusto en la fiesta
— Hiciste bien, sabes que siempre puedes contar con nosotros; no importa el motivo.me dice mi abuela— Hablando de Julian —interrumpió mi abuelo con su tono firme pero amable—, la próxima semana lo probaremos en el programa de jóvenes pilotos de nuestra caballería. Es hora de que decida si seguirá con el fútbol o apostará todo a las carreras automovilísticas.Mis ojos se iluminaron.—Estoy segura de que elegirá las carreras, abuelo. Es lo suyo. Ha ganado varios campeonatos en karting.—Eso es cierto, estamos hablando de otro nivel, otro tipo de competencias y responsabilidades. Tendrá que trabajar mucho si quiere destacar. Hoy su padre le dará la noticia —añadió mi abuelo, dejando claro que el desafío sería grande.La conversación continuó, pero el tiempo voló. Miré el reloj y casi me atraganto con mi jugo.—¡Ah! ¡Se me hace tarde para mi clase de patinaje! Nos vemos más tarde, abuelos. No me esperen para almorzar, voy a comer con las chicas.Subí corriendo a mi habitación, agarré mis cosas y pedí un taxi. A pesar del apuro, llegar al club siempre era un respiro para mí. El patinaje era mi escape, mi lugar feliz. Aunque nunca consideré competir profesionalmente, las horas que pasaba en la pista me llenaban de energía y claridad mental.Después de la práctica, nos dirigimos a la cafetería del club. Irina y Elena, mis mejores amigas, ya estaban ahí, llenas de curiosidad.—¿De qué hablabas anoche con Juan? ¡Queremos todos los detalles! —preguntó Irina, con su característica emoción.—Me dijo que quería conocerme más e invitarme a salir —respondí con un leve encogimiento de hombros.Ambas comenzaron a gritar emocionadas, atrayendo miradas de todos en la cafetería.—¡Tienes que decirle que sí! —exclamó Elena.—Ni siquiera sé a qué debo decir sí. De todos modos, para cualquier cosa primero necesito el permiso de mis abuelos —respondí, resignada a las reglas estrictas de mi casa.— Debes ser la única que debe pedir permiso aún, crees que tu abuelo quiera que vaya y hable también con el. Pregunta Irina
— No lo sé, espero que no. Ay qué vergüenza. Peor de la que pasé ayer. Le dije a Juan que sabía que no me había invitado a su fiesta.
— Qué le dijiste y que te dijo!! entre risas Elena. Lo escuché decir que estaba súper feliz con el regalo que le llevaste
— Que le llevaste un regalo, monserrat no es un cumpleaños de 5 años. Con razón te quiere invitar a salir. Dice Irina
— No me digas eso. Qué vergüenza. Por momentos me siento muy tonta.
— Juan es muy buen partido, no dejes ir la oportunidad. Sabes quién se fue de forma repentina de la fiesta
— Julian, respondo. Me llamo y me envió varios mensajes como a las 4 de la mañana
— Se fue con la que estuvo discutiendo toda la noche. Dice irina
— Con Carolina.
De repente Elena empieza a mover los brazos de una forma frenética
— Hoy hay partido de los chicos y si vamos?
Llamo a mis abuelos y para mi sorpresa me dieron permiso para asistir al partido de fútbol esa misma noche. —¡Vamos al partido de los chicos esta noche! —Exclamó Elena—. Así puedo cuidar a Leo, no vaya a ser que alguna se le acerque demasiado.Acepté, pero no sin cierta inquietud. Mi primera vez en un partido de Julian. Durante años, jamás me había molestado en asistir, pero ahora sentía una extraña mezcla de emoción y nervios.El estadio estaba lleno cuando llegamos. Nos sentamos en las gradas junto a otros estudiantes, mientras el ambiente se llenaba de cánticos y vítores. El sonido de los tambores resonaban en el aire, haciendo vibrar el suelo bajo mis pies.Cuando los jugadores salieron al campo, los vítores se intensificaron. Mi mirada se posó automáticamente en Julian. Parecía diferente, más concentrado y seguro. Por un instante, creí que me estaba mirando directamente, pero descarté la idea.El partido fue intenso. Julian lideraba cada jugada con una energía impresionante, y cuando finalmente anotaron el gol de la victoria, las gradas estallaron en aplausos.Al terminar, esperamos a los jugadores en la entrada de los vestidores para felicitarlos. Para mi sorpresa Juan salió de los vestidores, con una gran sonrisa hacia mi.— ¡Hola, Juan! Como estas¿ no esperaba verte aquí—dije, mientras él me daba un abrazo rápido.— Tampoco esperaba verte, me acaba de alegrar la noche. Sabes que el entrenador es mi padre, entonces cuando tengo la oportunidad sigo ayudando al equipo.— No, no lo sabía. Es la primera vez que vengo a un partido.
— Que lástima, no me has visto jugar en mis momentos de gloria. Me dice con una sonrisa pícara
Miré a mi alrededor buscando a Juli pero cuando nuestras miradas se cruzaron, noté algo extraño en su expresión. No era la típica sonrisa cálida de mi mejor amigo. Había algo más: una mezcla de molestia y… ¿desprecio?Antes de que pudiera acercarme, mi abuelo me llamó avisando que se hallaba en el estacionamiento. Me despedí de todos rápidamente y me di la vuelta para despedirme de Julian pero simplemente no me miró. Entonces busqué a Juan para despedirme y él insistió en acompañarme.Empezamos a caminar
— Pensé que te ibas a quedar a la celebración del partido
— No, tenemos una cena familiar. Le respondo
— Ya se que es algo apresurado, te gustaría hacer algo mañana, lo que quieras en la hora que quieras.
Me tomó por sorpresa, no supe qué responder más que si.
— Intercambiemos números, logró decirme justo cuando llegamos al estacionamiento.
—Abuelo, te presento a Juan.—Mucho gusto señor —comentó mi abuelo, evaluando con la mirada.y juan hizo algo totalmente inesperado —Me gustaría presentarme en persona porque me gustaría mucho invitar a Monserrat a salir mañana, y me encantaría contar con su permiso obviamente.—Solo te diré que la respuesta depende completamente de esta joven encantadora que tengo a mi lado.
Quedó totalmente roja.La conversación fue breve pero cordial. Mientras nos alejábamos, no podía dejar de pensar en la mirada de Julian. Algo en ella me había dejado intranquila. A la vez estaba emocionada por la cita de mañana. Mi primera cita.
Esa noche, mientras me preparaba para dormir, mi mente no dejaba de dar vueltas. Juan era encantador, eso era innegable, pero los gestos de Julian seguían rondando en mi cabeza. ¿Por qué estaba molesto? ¿Acaso había hecho algo mal?El día siguiente sería mi primera cita. Mientras cerraba los ojos, una pequeña punzada de duda me recorrió. ¿Era sólo emoción lo que sentía por Juan, o era algo más lo que me confundía? Y si era así… ¿tenía que ver con Julián?