CAPÍTULO 131
JULIAN
Ya estaba listo para dormir. Había tenido un día largo de entrenamiento y lo único que quería era darme una ducha rápida, apagar las luces y caer rendido en la cama. Estaba acomodando unas cosas cuando sonó el timbre.
Fruncí el ceño. ¿A esa hora? No esperaba a nadie. Pensé que debía de ser un error, alguien equivocado. Caminé hasta el intercomunicador, algo fastidiado, y al ver la pantalla me quedé helado.
—Monserrat… —susurré, incrédulo.
Era ella. Ahí, frente a la cámara, sudada, con ropa deportiva, jadeando como si hubiera corrido kilómetros. Nunca en mi vida hubiera esperado esa escena.
Mis primeros pensamientos fueron de alarma. ¿Le había pasado algo? ¿La seguían? ¿Estaba en peligro?
— ¿Monserrat? —dije por el altavoz—. ¿Qué sucede? ¿Pasó algo?
— No… —respondió, nerviosa—. Salí a correr y llegué hasta aquí.
No me convenció. Era demasiado raro. Pero no iba a dejarla sola.
— Ya bajo —le contesté, sin pensarlo.
Tomé el ascensor y cuando abrí la puerta del edifi