Al salir de la casa de sus padres sin resolver la situación como había sido su propósito, estaba tan alterado que decidió cambiar su siguiente destino y no ir en dirección a la fábrica, sino a casa de la mujer que estaba complicando su vida sin ningún reparo.
Estacionó el auto y tocó a la puerta, la cual fue abierta por una de las empleadas. Aguardó de pie en la sala de espera, pensando muy bien las palabras que estaban a punto de salir de su boca.
—Matt...
La voz de Ashley resonó en el lugar poco tiempo después. Ella lo observaba con una amplia sonrisa y no tardó en casi correr para abrazarlo.
—Estoy feliz de que hayas venido a vernos.
Matthew la alejó, la observó con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
—No me toques Ashley, no te lo permito.
— ¿Por qué me dices eso?, ¿Por qué me hablas así?, ¿Por qué me miras de esa forma?
— ¿De verdad necesitas preguntar para saber? No lo creo, porque es obvio, tú has creado una mentira que me involucra.
— ¿Cuál mentira? —indagó sin comprender.