En la Torre Silva.
En cuanto Felipe entró, vio todo tipo de rostros extranjeros trabajando ocupados.
Todo el edificio estaba lleno de un ritmo intenso y ordenado.
Llegó a la puerta de la oficina de Sebastián.
Lo vio firmar un documento y entregárselo a su asistente:
—Escanéalo de inmediato y mándalo a Corporación Hogarth. Diles que aceptamos sus condiciones.
El asistente Cristóbal Aguilar, asintió:
—De acuerdo.
Al darse vuelta, vio a Felipe. Cristóbal lo saludó con un gesto educado y se retiró.
Felipe entró:
—¿Acabas de firmar otro contrato internacional?
Había que admitirlo, en estos años Sebastián no solo había triunfado en el país, sino también en el extranjero.
La familia Torres era aparentemente la número uno de Puerto Real.
Pero en realidad, la familia Silva solo era discreta.
Si se contaba todo, quizá superaban a los Torres en todos los sentidos.
Los proyectos internacionales de la familia Silva estaban en pleno auge.
Felipe se sentó en el sofá y encendió un cigarrillo.
Sebasti