¿Acaso había mandado a alguien a buscar a Lucía?
Al pensarlo, recordó que en los últimos seis meses había pasado casi dos tercios de su tiempo en la casa principal.
No era imposible que ella hubiera tenido algún contacto con Sebastián.
—Averigua de inmediato a dónde la llevó ese hombre. Y además...
En ese punto, su rostro ya no mostraba la menor calidez.
—Déjalo, ve a investigar primero.
Lucas asintió:
—Sí.
Lucas se retiró.
Cuando Felipe se quedó solo, marcó directamente el número de Sebastián.
Pronto, Sebastián contestó.
La voz grave del hombre llegó al otro lado:
—¿Qué pasa?
Solo dos palabras, frías y distantes.
Al escuchar ese tono de Sebastián, la furia de Felipe se disparó al instante.
Antes, ese carácter de Sebastián solo le parecía aburrido y frío.
Ahora, parecía más bien una hostilidad directa hacia él.
—¿Estás en la oficina? Voy para allá.
—¿Ahora tienes tiempo para buscarme? —respondió Sebastián.
—¿Qué quieres decir? —replicó Felipe.
Ese tono claramente tenía una carga de sar