La opinión pública en Puerto Real se volvía cada vez más frenética.
Al hospital donde estaba Jenifer llegaron muchos reporteros, incluso algunos con cámaras ocultas.
Isabel reaccionó rápido y mandó guardaespaldas a vigilar la puerta de la habitación.
Jenifer miraba en internet todas esas palabras obscenas y ofensivas dirigidas a ella.
Hacía seis meses, cuando Carlos murió, también había sido así.
Solo que en ese entonces, todos la compadecían y todo eran palabras de consuelo.
Sin embargo, ahora eran insultos vulgares e insoportables.
Jenifer, con los ojos llenos de lágrimas, suplicó:
—Mamá, quiero ver a Carlos. Quiero ir a buscarlo. Él me protegerá. Quiero ir con él.
Isabel tenía un terrible dolor de cabeza.
Al ver que Jenifer estaba a punto de perder el control, temía que se le abriera la herida otra vez.
Solo pudo llamar al médico para que la tranquilizaran.
Pero incluso después de tranquilizarse, seguía murmurando el nombre de Carlos.
Escucharla así le partía el corazón a Isabel.
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