Lucía estaba medio dormida cuando sonó el celular.
Era Ricardo. Al escuchar que era él, Lucía preguntó:
—¿Qué quieres a estas horas de la noche?
—Felipe está con nosotros.
Lucía se quedó callada. Al oírlo, la mano que sostenía el celular se tensó y su tono se volvió más sombrío:
—¿Y qué?
—Bebió muchísimo. ¿Vienes a recogerlo?
—Llama a Jenifer.
Sin esperar a que Ricardo dijera nada más, Lucía colgó directamente.
Del otro lado de la línea, los chicos acababan de salir después de beber y estaban parados en la acera. Ricardo tenía el altavoz activado.
Al escuchar eso, el rostro de Felipe se puso aún más gélido.
Un Maybach negro se acercó. Sebastián miró la hora en su reloj y subió directamente al auto.
La ventanilla quedó entreabierta, bajo la luz de los faroles, el perfil del hombre se veía aún más impecable.
Sebastián, que no había dicho nada en todo el tiempo, clavó su fría y penetrante mirada en Felipe.
—Esta vez, ¿a quién vas a apoyar?
Al escuchar esas palabras, Hugo y Ricardo voltear