Punto de vista de Selina
Me esperaba en la sala de estar; era enorme y tenía varias decoraciones. La habitación desprendía un aura oscura que le pertenecía. Esta era la parte que lo diferenciaba del hombre que había conocido toda mi vida.
En fin, ¿qué esperaba? Ya no sería el mismo adolescente de ojos color de rosa que solo quería coquetear con su madrina y armar todas las travesuras posibles.
Se levantó en cuanto me vio, dejando el teléfono. "Ahí está, y debo decir que estás deslumbrante. Es un verdadero honor que estés a punto de ser mi esposa", sonrió.
Miré hacia otro lado y me dejé caer en una silla. "No estoy aquí por eso. Mi empresa acaba de descubrir mis servicios para ti y Adrian; va a ser difícil explicárselos".
Su rostro se tornó serio. ¿Por qué tienes que explicarlo? ¿No eres el presidente de la junta? Tu palabra debería ser ley, Selina, ¿tengo que intervenir aquí también? Su voz adquirió un tono más profundo y siniestro.
Enseguida supe a qué se refería. Suspiré: «No todo