Necesitamos hablar. Es importante. Voy para tu oficina. No hagas preguntas.
La respuesta de Alejandro fue inmediata. Avisaré a seguridad.
Javier solo esperaba que Alejandro se refiriera a que le estaba indicando a seguridad que lo dejara entrar al edificio, no que lo escoltaran fuera. Llegó a BenTel en diez minutos y se apresuró a entrar al vestíbulo. Un guardia lo estaba esperando, pero solo para entregarle una credencial y decirle qué ascensor tomar para los pisos ejecutivos.
Javier se retorcía la cabeza, sopesando opciones, ideando planes. A menos que reunieran una enorme cantidad de dinero para comprar la parte de Aiden, ¿cómo detendrían esto? El corazón le latía con fuerza mientras caminaba por el pasillo hacia la oficina de Alejandro.
La asistente de Alejandro lo esperaba. —¿Señor Hernández? —Salió de detrás de su escritorio—. ¿Puedo tomar su abrigo? ¿Le apetece un café?
Javier esbozó una sonrisa cortés y le entregó su abrigo de lana negro. —No, gracias. Estoy bien.
—El señor G