Alexander
El evento se desarrolla con la frialdad calculada que caracteriza a todas mis reuniones. La gente aquí no sonríe sin motivo, no hay cordialidad sin ganancia detrás. Es un juego, un gran juego en el que todos están buscando el siguiente movimiento que les dé poder, influencia o dinero. Y a mí me gusta controlar las jugadas.
De reojo, la veo entrar. Mia, con su vestido negro, que le sienta como si hubiera sido hecho para ella. No porque lo esté mirando con algún tipo de deseo (eso no es algo que me permita), sino porque su presencia tiene algo que automáticamente me obliga a estar más atento. Es como una chispa en un lugar repleto de sombras.
No es la primera vez que la veo en una gala como esta