—Atiende esa mesa. ¿Qué esperas? —Mike aparece y asiento de mala gana antes de avanzar.
Mientras lo hago, recuerdo que es por su hermano que estoy aquí. Y que Ivanov debió de haberle cobrado la deuda a Sam o alguna de sus mujeres antes que a mí. Pero al parecer para Ivanov soy el cordero a sacrificar.
Entonces me ve y se congela. Su risa, que segundos antes ha resonado, se detiene. Sus ojos oscuros, idénticos a los de Danny, se abren al verme, al reconocerme. El horror y la incredulidad en sus ojos se mezclan con un matiz de... ¿Culpa? No, más bien, de incomodidad.
—Preciosa, tráeme una botella de bourbon. —Me guiña mientras me recorre con una expresión de lascivia.
—¿Blair? —susurra, Sam, con un tono apenas audible sobre la música.
Me enderezo volviendo a la máscara de frialdad y seducción que todos esperan de mí.
—¿Algo más, señores? —preguntó, sin mirarlo, usando mi voz de mesera.
Los otros hombres niegan con la cabeza.
Me alejo, sintiendo el peso de su mirada en mi espalda. Llego