El lunes llegó con el característico ajetreo de Nueva York. Isabella y Nick regresaron a la universidad, sumergiéndose en clases y proyectos atrasados. Aunque la rutina académica los mantenía ocupados, la separación por el viaje a Miami y el de Nick a Washington había fortalecido su conexión, y ahora se movían con una complicidad aún más sólida, intercambiando sonrisas cómplices entre pasillos y robándose besos furtivos detrás de la biblioteca.
Cuatro días después, durante una cena familiar en la mansión, Daniel apareció con una amplia sonrisa y entusiasmo contagioso.
— ¡Tengo una pregunta, aunque a decir verdad fue mi madre quien me preguntó! —dijo, haciendo callar a todos—. Se suponía que nuestra querida Isa le dijo a mi madre para irse a Alaska esta semana. Pero como es obvio que ya no necesita alejarse, ¡Qué les parece si igual nos vamos todos! Será una semana de pesca, auroras boreales y desconexión total.
Alessa saltó de su silla. — ¡Alaska! ¡Es increíble!
—Quiero contar con tod