La sala principal del Palacio de Convenciones estaba repleta. Empresarios internacionales, ministros, embajadores y representantes de organizaciones globales ocupaban los sillones tapizados en terciopelo. Afuera, las cámaras transmitían en vivo, y cada gesto dentro del salón era analizado en tiempo real por periodistas y millones de espectadores en las redes sociales.
El motivo oficial era una cumbre económica, pero todos sabían que esa noche tendría otro eje: la presencia de las dos Valtierras, enfrentadas por primera vez frente al mundo.
En la entrada, Isabella sonrió con satisfacción. Había logrado que Celeste llegara como invitada especial, presentada por ella misma como la "legítima heredera".
—Hoy Aelin perderá brillo —susurró a un aliado—. Hoy todos verán quién lleva realmente la sangre de los Valtierra.
Cuando Aelin apareció en la entrada, el murmullo se transformó en un silencio reverente. Vestía un traje negro entallado, sin adornos, sin máscara, solo ella misma. Caminab