La noche no tenía luna. La ciudad dormía en falsa calma.
En los aposentos de la mansión Vólkov. Aelin, se levantaba sin el más mínimo ruido, con el propósito de no despertar a Darian. Salió lentamente de la habitación.
Y esa noche, entre las calles de la ciudad, una sombra más densa, caminaba sobre los techos… la muerte acechaba.
Vestida con un traje táctico negro sin marcas visibles, rostro cubierto por una máscara de tela mate y guantes ajustados, Aelin Valtierra no era humana esa noche. Era una sentencia de muerte.
El primer objetivo era: Thelma Sandhurst, directora. Distrito financiero
El penthouse de Thelma era minimalista, con ventanales de cristal blindado, suelos de mármol italiano y un sistema de seguridad de última generación. Pero incluso la tecnología más avanzada tiene un punto ciego.
Aelin lo había encontrado hace dos días.
Entró por la azotea, deslizándose por los cables estructurales como si flotara. Neutralizando a los dos guardias con dardos anestésicos