C18-FLECHA HELADA.
C18-FLECHA HELADA.
Melinda salió de la habitación despacio, cuidando de que nada delatara sus pasos. Apretaba contra el pecho una bolsa diminuta, de cuero, y dentro estaba su tesoro: un puñado de polvos azulados que brillaban levemente, robados esa misma tarde del boticario de Runa, la sanadora del castillo.
Había ido allí fingiendo un dolor de panza y la anciana sanadora, con su vista gastada y sus manos temblorosas, ni se dio cuenta de que, mientras buscaba en un estante la infusión de menta, la niña deslizaba el frasco a la bolsa. No era cualquier polvo; era raíz de mierda de duende del bosque molida, un remedio potente… o un laxante feroz, depende de qué cantidad se usara.
Avanzó por el pasillo con sigilo, mirando hacia ambos lados, asegurándose de que nadie la viera. Al llegar a la cocina, el aroma a pan recién horneado la envolvió. Pero ella tenía un objetivo claro: el frasco de cristal con el tónico de pétalos de luna que Narissa bebía cada mañana para “mantener la piel como la