129. ESTAMOS RODEADOS
AMALIA
Llegamos a la orilla, muertas de miedo y preocupación, miramos por todos lados, pero no veíamos a Conall.
“¡Siento el olor a su sangre por allá!”, corrió por toda la orilla llena de guijarros hasta unas grandes rocas y ahí nos quedamos horrorizadas al ver el cuerpo desnudo de Ajax, desmayado y casi ahogándose, sumergido en la parte baja del río.
“¡Déjame salir!”, le rugí y ella me cedió el control.
Mi cuerpo humano es más versátil que el de loba.
— ¡Ajax! – le grité varias veces metiéndome en el frío río, donde por suerte la corriente no era muy fuerte, chapoteando y mojándome por completo.
— ¡Ajax, reacciona, ay Dios mío, reacciona! – le grité, girándolo bocarriba para evitar que se ahogara, un hilo de sangre bajaba desde su frente, no me detuve a verificar que tan grande era la herida.
La adrenalina corría por mis venas mientras lo sacaba del río con todas mis fuerzas, halando sus fuertes brazos y de alguna manera lo logré.
No sé si fueron mis miedos, pero parecía much