Ultimatum

Ambos avanzaron hasta aquella habitación sombría y fría. Esa era otra razón por la que no quería la presidencia de la empresa, como aquellos espacios lo hacían sentir, aquellas paredes lo asfixiaban.

Benjamín avanzó hasta sentarse detrás del gran escritorio de caoba, detrás de este, se levantaba una pared de estantería llena de libros de todo tipo.

Cuando Logan era pequeño, le gustaba entrar y devorarse los libros que su padre coleccionaba. Podían ser desde novelas románticas, pasando por las de misterio, definitivamente esas eran sus favoritas, hasta de historia o enciclopedias de cualquier tema. Y simplemente no entendía la razón de su padre por la colección, si nunca lo vio leyendo uno.

Hacía mucho que no practicaba aquello.

Se sentó en una silla frente a su padre, su semblante era serio, sabía perfectamente lo que se avecinada, o eso creía.

—No sé qué más hacer para que tengas un poco de interés en la empresa —las palabras de Benjamín salían con pesar, mientras pasaba ambas manos por su cabeza.

—Y yo, no sé cómo decirte que no me interesa y no creo que logre interesarme algún día.

—¿No sé qué estoy pagando con esto? No entiendo porque de tu renuencia, todo iba perfecto, te veía interesado, hasta te veías contento al ir a la universidad, estudiando lo que tu quisiste, creí que realmente deseabas hacerte cargo de la empresa.

—Hace mucho que yo también lo creía, pero sabes… —. se enderezaba para cruzar sus manos sobre su pecho —entendí que no quiero estar así… como tú.

No podría describir cómo es que el semblante de Benjamín cambio de enojo a la ira en un segundo, ¡¿Cómo era estar como él?! Acaso ¿estaba algo mal con su trabajo? ¿con su empresa?

—¡¿Cómo te atreves?! —. las palmas sobre el escritorio se escucharon en un sonido sordo por todo el despacho, al tiempo que se ponía de pie.

—No me mal entiendas, sé que tú, así eres feliz, pero no creo poder decir lo mismo de mí en unos cuantos años sentado detrás de un escritorio. Rodeado de gente que solo le interesa ser condescendiente conmigo por dinero —la seriedad con la que hablaba su hijo, llenaba más de rabia a Benjamín.

Pareciera que no tomaba nada en serio y eso le molestaba de sobre manera a aquel padre, que se preguntaba en que era en lo que había fallado.

Suspiró pesadamente, no quería hacerlo, pero necesitaba darle un escarmiento a su hijo y ya no encontraba la manera.

A problemas grandes, soluciones del mismo tamaño, era lo que había pensado desde meses atras.

—Bueno, no te llamé aquí para pelear, simplemente quería escuchar una vez más que no quieres trabajar en la empresa para terminar de tomar mi decisión —volvió a sentarse y trató de calmarse, aunque le fuera bastante difícil hacerlo.

—Pues ya te lo he dicho, no me interesa la corporación, no quiero tener nada que ver con ella, quiero vivir mi vida, eso es lo que quiero.

La mirada de Benjamín se oscureció, se veía determinación en ella y lo que fuera a salir de la boca de aquel hombre no le gustaría para nada a Logan.

—Perfecto, entonces tengo unas cuantas cosas que informarte —le dijo serio mientras que tomaba su teléfono y hacia una llamada.

—Adelante —lo alentó su hijo, demasiado confiado.

Por el teléfono solo dio una instrucción “Hazlo” fue todo y colgó, girándose para seguir con la conversación.

—Te dejaré vivir tu vida, tal y como lo deseas —la sonrisa de Logan se extendió por todo su rostro, pero nunca pensó que se borraría igual de rápido que como apareció —pero lo harás con tus propios recursos.

—¡¿Qué?! —fue todo lo que salió de la boca de aquel confundido hombre.

—Tal como lo escuchas, acabo de dar la orden de que se te cancelen las tarjetas de crédito. Dejaras tus coches, el acceso al avión de la empresa al igual que del helicóptero, todo lo que tenga que ver con la empresa y esta familia queda completamente restringido para ti. Lo único que conservarás, será tu departamento, y eso se lo debes agradecer a tu madre, que no me permitió dejarte completamente en la calle.

—Además de eso, tendrás que sentar cabeza, casarte, o por lo menos buscar una pareja estable, ¡tienes casi treinta años! No puede ser que no hayas tenido ni siquiera una sola novia formal desde Amber —Logan escuchaba hecho piedra desde su lugar.

Amber Grace, había sido novia de Logan desde que tenían quince años, tenían la misma edad, se conocían desde niños, sus familias juraban que terminarían juntos. Que equivocados estaban, al cumplir los veinte años, dejaron la relación y desde entonces fue que Logan cambio su actitud.

—Si para el día que cumplas treinta años, demuestras que eres una persona estable, tanto emocional como laboralmente, consideraremos esta charla, veremos si aún estas negado a hacerte cargo de mi legado y si eres merecedor de regresarte todos los beneficios que eso conlleva.

Ninguna palabra logró salir de la boca de Logan, estaba en shock, su mente era la única que reaccionaba preguntando y contestando el mar de interrogantes que tenía.

No podía hacerle eso, era su hijo y tenía suficiente dinero como para darse la vida que se venía dando y aun así le sobraría ¿De qué viviría? No lo sabía ¿Cómo pagaría sus cuentas? Eso tampoco lo sabía ¿sin coche? ¡SIN COCHE!

El gran empresario Benjamín Stewart acababa de dejar a su hijo tal como había hecho con varios clientes que no cumplían los contratos que firmaban con él…

Acongojado y en bancarrota.

Se incorporó, abotonó su pulcro saco y avanzó a la salida.

—Deja las llaves de los coches con el mayordomo, evítate la pena de que te lo quiten en la reja antes de salir de la propiedad, puedes visitarnos las veces que desees. Espero que la próxima vez que lo hagas sea para decirnos que tienes empleo y que el coche en el que llegas lo compraste con el sueldo de tu primer mes de trabajo.

Sin más salió, dejando a Logan aun sumido en sus pensamientos, pero con la ira emergiendo desde lo más profundo de su ser.

No podía creerlo, ¿dónde demonios se suponía que iba a trabajar?

Los estudios los tenia, la experiencia, esa era una con la que no contaba.

Lo primero que hizo fue buscar a su madre, si ella había intercedido por él para lo del departamento, tal vez podría hacer algo también con lo demás.

La encontró en la cocina, le encantaba hornear pasteles y galletas.

—Ni lo pienses siquiera —no lo había dejado ni hablar, sabía perfectamente lo que le pediría, ahora si estaba jodido, no tenía a nadie a quien recurrir.

—Mamá, solo habla con él, no puede hacer todo esto. Solo dile que me de la parte de herencia que me corresponde y yo veré que hacer con eso —le suplicaba como un niño de diez años.

—Puede y ya lo ha hecho. Además, déjame decirte que parte de todo eso fue idea mía, así que confórmate con que te dejamos donde vivir, es hora de que te hagas cargo de tu vida. Y deja de decir estupideces que tu padre aun no ha muerto para que hables de herencias —seguía tan tranquila batiendo huevos y colocándoles harina, ni siquiera se molestó en levantar la mirada.

Dejó las llaves de su Audi RS sobre la encimera de la cocina, dio media vuelta y tomó su teléfono, por lo menos ese no se lo quitaría, solo esperaba tener dinero para fin de mes y poder pagar la línea.

—¿Wyatt? ¿podrías venir por mí a casa de mis padres? —colgó la llamada y se dirigió a la puerta de entrada.

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