La semana de las festividades por el día de San Patricio en Dublín, había terminado.
La suite del mejor hotel en aquella ciudad, estaba más que desordenada. Abrió los ojos lentamente ya que los rayos del sol de mediodía los lastimaban de verdad.
El lugar era la habitación más grande del hotel, tenía una sala, barra y una cocina. Más que habitación, parecía un mini departamento.
Despertó sobre la cama. Recostada a su lado derecho, estaba una chica desnuda con el cabello rubio desparramado sobre la almohada.
Levantó la sabana y confirmo lo obvio, estaba desnudo, al parecer la noche anterior había estado de lujo.
No podía decir lo mismo de la resaca que estaba teniendo, donde el dolor de cabeza parecía que se la iba a partir en dos.
El repiqueteo de su teléfono aumentaba el dolor, buscaba el maldito aparato para hacerlo callar, pero entre todo el mugrerío que había regado no lograba encontrarlo.
Salió a la pequeña sala. Sobre el sillón, estaba su mejor amigo, abrazado a dos chicas, una morena de cabello realmente rizado y una trigueña de pronunciadas curvas.
Los tres, completamente desnudos. Aquel sonido insistente le saco un gruñido, no se callaba y no podía localizarlo.
Desparramados en el suelo había más personas, no tenía idea de quienes eran, solo comenzó a despertarlos mientras pasaba a su lado y les indicó que era hora de irse.
El sonido cesó, pero no pasaron más de diez segundos cuando comenzaba una vez más.
Por fin dio con él, estaba sobre la barra que separaba la cocina de la sala, donde yacían botellas vacías de todos los licores existentes en el mundo, o por lo menos así parecía.
—“Diga”
—“¡LOGAN STEWART!, ¡¿DONDE DEMONIOS ESTÁS?! ¡¿Y porque no contestas el maldito teléfono?! —del otro lado de la línea, estaba el gran empresario Benjamín Stewart, el dueño de la corporación de tecnologías “INXES”, la más importante de todo Europa.
Otro pequeño detalle… es el padre de aquel irresponsable ser humano que amanecía en un país diferente cada mañana.
—Padre, bueno… sabes que era la semana de festividades en Irlanda, no podía perdérmelo —por la bocina de aquel teléfono, solo se escuchaba el resoplido furioso de Benjamín.
—¡Debías estar aquí para la reunión de esta mañana! sabes que ya no sé qué decir para excusarte de tu falta de… de tu falta de ¡RESPONSABILIDAD!
Lo cierto era que, a Logan, todo lo que tuviera que ver con la corporación, le valía una reverenda m****a. No le interesaba más que ir de fiesta en fiesta, emborrachándose y follando con cuanta puta le gustara.
—Pues solo di la verdad, te lo he dicho yo hasta el cansancio. Déjame vivir mi vida, no me interesa tu corporación, ni debería importarte a ti, tienes el suficiente dinero como para que las próximas tres generaciones no tengamos que trabajar.
—¡¿TE ESTÁS ESCUCHANDO?! —los gritos eran tan fuertes que Logan tuvo que retirar aquel aparato de su oreja, suficiente tenía con el dolor por la resaca.
—¿Solo llamaste para regañarme como a un crio?
—Pues no te comportes como tal. Tienes más de 29 años, compórtate como alguien de tu edad —Logan ya no quería seguir discutiendo, no por no causarle más disgusto a su padre, sino porque el dolor era taladrante —. Necesito que regreses aquí ahora mismo, necesito hablar contigo.
Estas últimas palabras sonaron bastante serias, y cuando Benjamín Stewart hablaba en ese tono, las cosas no solían ser agradables para nadie a quien fueran dirigidas.
Trastabilló entre los restos de la fiesta de anoche y se dirigió a la ducha, esperaba que el agua tumbara algo de los malestares que tenía.
Al salir, la rubia sobre la cama ya estaba despierta, no sabía quién carajo era, pero de que estaba buena, lo estaba.
Se despidieron enredándose en las sábanas nuevamente. Luego de dos horas, Logan y su mejor amigo Wyatt abordaban el avión privado de la corporación “INXES” con destino a la ciudad de Londres.
—Logan, no quiero parecerme a tu padre, pero creo que tiene algo de razón.
El increpado estaba con la cabeza hacia atrás sobre el respaldo del asiento con los ojos cerrados, al escuchar aquellas palabras se incorporó con un semblante bastante molesto.
—¿En qué tiene razón? ¿En mandarme como un crio? —le hizo una seña a la azafata para que le trajera una bebida.
—Más que nada, en que deberías hacerte cargo de la empresa y sentar cabeza. Mírate a tus casi treinta años andas de juerga con niñato como yo —aunque Wyatt no era para nada un crio, tenía un punto. Logan le llevaba nueve años, pero sí de fiesta se hablaba, se entendían a la perfección.
—¡¿Tú también vas a empezar?! —le gruño, mientras tomaba el vaso de whisky y lo bebía de un jalón.
—Solo digo. Yo no quiero estar así toda mi vida, quiero terminar mis estudios y comenzar la vida laboral en la empresa de mi padre, no sé, tal vez tener mi propia empresa, yo si tengo ambiciones en la vida.
Las palabras de aquel chico le tomaron por sorpresa, era cierto que se la pasaban más que bien en las fiestas y viajes que organizaban.
Pero también era cierto que Wyatt, estaba a dos años de terminar su carrera de Ingeniería en Software, muy “ad hoc” con la empresa de informática de su padre.
Se habían conocido a muy temprana edad, ya que, de cierta manera, tenían mucho trato desde siempre.
Las empresas eran demasiado cercanas en el ámbito laboral, Craig Powell era cliente de la corporación “INXES”, por ende, siempre tenían un par de contratos vigentes.
Lo que también era un hecho, es que Logan tenía una carrera terminada y terminada con honores. Se graduó como Lic. en Gestión empresarial, además de que tomó un curso de un año en finanzas.
Académicamente, está preparado para tomar las riendas de aquella empresa que su padre se empeñaba en cederle.
No era que no le gustara, solamente, había un trasfondo en aquella decisión tomada hacia un par de años. El dinero, la posición y el poder eran el problema.
La azafata regresó con otro trago que Logan desapareció igual de rápido que el primero. El viaje fue relativamente corto, dado que ambos durmieron prácticamente todo el camino.
La camioneta de la familia, los esperaba, Wyatt decidió tomar un taxi e irse directo a su casa. Sabía que la bienvenida que le darían a su amigo, no sería tan agradable de escuchar, así que decidió evitarla.
Al entrar a la casa Stewart, un Benjamín furioso lo esperaba al pie de las escaleras.
—A mi despacho ahora.
Ambos avanzaron hasta aquella habitación sombría y fría. Esa era otra razón por la que no quería la presidencia de la empresa, como aquellos espacios lo hacían sentir, aquellas paredes lo asfixiaban.Benjamín avanzó hasta sentarse detrás del gran escritorio de caoba, detrás de este, se levantaba una pared de estantería llena de libros de todo tipo.Cuando Logan era pequeño, le gustaba entrar y devorarse los libros que su padre coleccionaba. Podían ser desde novelas románticas, pasando por las de misterio, definitivamente esas eran sus favoritas, hasta de historia o enciclopedias de cualquier tema. Y simplemente no entendía la razón de su padre por la colección, si nunca lo vio leyendo uno.Hacía mucho que no practicaba aquello.Se sentó en una silla frente a su padre, su semblante era serio, sabía perfectamente lo que se avecinada, o eso creía.—No sé qué más hacer para que tengas un poco de interés en la empresa —las palabras de Benjamín salían con pesar, mientras pasaba ambas manos
En Edimburgo, las cosas no iban mucho mejor. El fallecimiento de Graison Barnes, no solo había dejado desolada y triste a una nieta que lo amaba, también había dejado a unos buitres hambrientos de dinero.Adler Barnes, era el sobrino del señor Graison, hijo de su hermano fallecido hace más de veinte años.Adler siempre había estado detrás de la pequeña fortuna del abuelo de Mónic, siempre trató de acercarse a ellos, pero con un doble interés.Cuando se aburría, se alejaba por un tiempo, o cuando lograba sacarle algo de dinero.Una semana había pasado desde el día del funeral. Mónic, se había tomado esos días para tratar de descansar, y digo tratar, porque lo menos que hizo fue eso.A los tres días, había llegado su tío Adler junto con su esposa e hija, se habían auto invitado a vivir en la gran casona de los Barnes.Mónic, no tenía cabeza para nada, ni siquiera para decirles que no podían quedarse, aunque hubiera sido definitivamente en vano intentarlo.Los había tratado de evitar tod
Para Logan, conseguir un trabajo en Londres, con las características que se desean, era más difícil que levantarse temprano en domingo después de una noche de farra.Esos eran los pensamientos de Logan, para sorpresa de todos, había estaba buscando empleo la última semana.Lo malo, era que no encontraba nada a su altura, algo merecedor de él, algo que fuera fácil y bien remunerado.Había mandado más de diez solicitudes a diferentes empresas, siempre solicitando el puesto de gerente, CEO o algún puesto de mando.Sin experiencia y con el ego hasta las nubes, todas y cada una de las solicitudes fueron rechazadas.El dinero que tenía en efectivo se le estaba agotando, el cual no era mucho, ya que papá siempre le tenía las tarjetas sin límites, así que nunca lo había necesitado.Regresó a su departamento, después de un día largo y sin éxito buscando trabajo. Estaba realmente considerando la oferta de su padre, pero no quería darle el gusto de verlo derrotado y convertirse en un títere detr
Logan se quedó observando el vaso derramado que quedó sobre la banqueta, se agachó y lo tomó. Vio el nombre de la cafetería y la buscó con la mirada, la localizó en la esquina contraria a donde él estaba y se dirigió al lugar.Mientras tanto, a la editorial BARNES entraba una Mónic furiosa.—Pero, ¿Qué te pasó? —la pequeña Vera salió de detrás de la barra de recepción, intentaba acercarse para limpiar un poco a su jefa.—Un idiota, eso fue lo que me pasó —la molestia de Mónic era más que evidente.—Dámelo, trataré de limpiarlo o lo enviaré a la tintorería para que lo limpien cuanto antes, además puedes enfermarte por lo mojada que estas.Vera era una chica muy amable, de estatura mediana y cabello corto, siempre tenía que ver hacia arriba para poder alcanzar los ojos de su jefa.Esa pequeña muchacha, era lo más parecido a una amiga para Mónic, y digo lo más parecido, porque tampoco era como que se contaran sus cosas o que salieran a pasear como amigas simplemente nunca la dejaba en lo
El sentimiento de Mónic no se podía describir con nada. Por un lado, sentía rabia por el cretino que seguía parado en medio de la recepción, pero por otro, la satisfacción que sintió al ver a su tío metiche, salir por la puerta más que furioso, eso no tenía precio.—Y, ¿por dónde empezamos? —Logan rompió el silencio con una sonrisa que a Mónic le daba más coraje.Estaba muy seguro de sí mismo y eso realmente no sabía si le molestaba o si era un punto a su favor.Debía reconocer que, gracias a él, había ganado la jugada en contra del tío Adler, pero algo le decía que más que una jugada, era algo premeditado, algo que ella descubriría tarde o temprano.—Te agradezco por no desmentirme, pero debo aclararte una cosa… mmmm… ¡estas despedido! —le dijo Mónic de una manera divertida, realmente disfrutaba la cara que tenía aquel grandote.—Pe… pero… —las palabras no le salían, realmente creía que por fin su suerte cambiaria para bien y ella le salía con esto.—Pero nada, como te dije antes, n
Todos los derechos reservadosCódigo de registro: 2412290497862El cementerio estaba demasiado desolado. El invierno estaba prácticamente por terminar, pero aún se sentía bastante frío y, para colmo, comenzó a llover. Las fuertes gotas de agua dispersaron a las pocas personas que acompañaban a Mónic en el funeral de su abuelo.El señor Graison Barnes, editor y CEO por más de treinta años de la editorial Barnes, había fallecido en la cama de su habitación a consecuencia de un cáncer de pulmón que venía padeciendo desde hacía más de una década. Además, los años y el trabajo incansable que venía realizando durante toda su vida le habían pasado factura.Había construido un imperio en el ámbito de los libros. Era una de las editoriales más importantes de Europa, con sede en Edimburgo, la primera ciudad de la literatura de la Unesco y una de las ciudades más hermosas de Gran Bretaña. Allí recibía los contratos con los mejores escritores de prácticamente toda Europa y unos cuantos más de Amé