Logan se apartó de la mesa y caminó hasta la ventana. Afuera, la ciudad seguía viva, indiferente a la tragedia que ellos enfrentaban. Sacó su celular, pulsó un número sin titubear y esperó.
“¿Logan?”.
La voz grave de su padre resonó al otro lado de la línea. Era la voz de un hombre que había construido un imperio a punta de hierro y voluntad. Pero también, la de un padre preocupado por su hijo.
Habían llegado al acuerdo de que Logan regresaría a trabajar en la editorial a cambio de que Logan formaría su propia empresa, de lo que él quisiera.
Para Ben era una pena que no pudiera quedarse en la dirección de la empresa familiar. Pero había entendido que el amor que le tenía a Mónic, era más grande que cualquier otra cosa en el mundo, incluyendo la dirección de INXES.
Así que lo dejó ir, Logan había aprendido una gran lección de vida, aunque el resultado no fuera el que Benjamín hubiera querido.
—Necesito hablar contigo… es algo muy delicado —dijo Logan sin rodeos. Su tono era seco, pero