Mónic sintió cómo la sangre le abandonaba el rostro.
El teléfono seguía pegado a su oído, pero apenas escuchaba las palabras de Vera.La frase se repetía una y otra vez en su cabeza como un eco imposible de apagar: el avión desapareció sobre el océano.—¿Vera… estás segura? —preguntó finalmente, intentando que su voz sonara firme, pero lo único que salió fue un susurro quebrado.
— Es información oficial. No hay contacto con el piloto ni con la tripulación. La torre de control perdió contacto hace cuatro horas, sobrevolando el Atlántico. Los equipos de búsqueda ya están movilizados, pero… —Vera calló un instante, como si las palabras se le quedaran atoradas—. No hay más información por ahora.
Mónic apretó los labios, intentando pro