—Debo regresar a la fiesta —musitó Mónic, separándose despacio.
—No me dejes —imploró Logan—. No quiero volver a separarme nunca más de ti.
—Dame tiempo —pidió ella—. Ya te dije que tengo que aprender muchas cosas, y no quiero comenzar algo justo ahora… solo dame tiempo.
Logan sintió cómo esas pequeñas manos se deslizaban lentamente desde su cuello, dejándole una ausencia que le pesaba más de lo que habría imaginado.
Mónic dio media vuelta, le regaló una sonrisa sincera y caminó hacia donde se encontraban los demás.
—Tú también tienes mucho que aprender —se dijo a sí mismo, antes de ir detrás de ella.
Las miradas se enfocaron en ellos, incluso cuando no caminaban del todo juntos. La más intensa fue la de Caleb, que no podía creer lo que veía. Seguía allí, agazapado en algún rincón del salón como un depredador que espera su momento, y ya ni se molestaba en acercarse a donde todos disfrutaban.
Era cierto que su principal objetivo siempre había sido la fortuna de la muchacha, pero se hab