—Te puedo asegurar que es lo contrario —replicó él, entendiendo el sentido en que lo decía—. Ella llegó sin buscarla y en el mejor momento de mi vida.
Aunque no eran del todo ciertas esas palabras. Necesitaba una novia, pero no se había centrado en encontrar una.
La conversación terminó justo en ese instante, cuando Mónic comenzó a moverse más agitada de lo que había estado durante la noche. Movía la cabeza de un lado a otro, balbuceaba cosas sin sentido, incluso hacía pequeños pucheros que a Logan le parecían hasta tiernos.
—Aquí estoy... Shhh... tranquila, nena. Estoy contigo —le susurró Logan cerca de su rostro, depositando un par de besos desde su mejilla hasta la frente. Al parecer, ella lo escuchaba, porque poco a poco se fue tranquilizando—. No te dejaré sola. Prométeme que estarás