Era cerca de la media noche cuando Dayana, Rui y Thiago llegaban a la bella ciudad de Monterrey.
En el hangar de la familia Garza, ya los esperaba don Pedro Garza, Luis Cedeño, Rebeca Aldama, Cinthia Garza, incluso ahí mismo estaban Gabriel y Frida.
Todos sonreían y estaban expectantes ante la llegada de Dayana, quien llevaba cerca de 4 años lejos de casa y quien no venía sola.
Dayana se había quedado dormida por varias horas, era verdad, aquel tiempo hacía muchos años no lo tenía. Rui se había despertado, pero Thiago, al ver dormida a Dayana, la dejó descansar llevando a Rui a platicar con él.
Thiago no era muy bueno en portugués, pero ambos encontraron una manera de comunicarse que fue en inglés. Thiago debió reconocer que Dayana había hecho un trabajo extraordinario con su hijo, pues, si bien, Rui no hablaba español, él hablaba portugués, inglés, italiano y muy, pero muy poco, español.
No es que Dayana no quisiera enseñarle; sin embargo, ella no consideraba la posibilidad de volver