Gabriel se sentía un tanto inquieto, pues no podía borrarse de la mente el último momento vivido con Liliana hace unas horas, esa mirada, eso era lo único que recordaba de la chica.
El hombre trataba de mapear mentalmente la fiesta y recordar si la había visto con alguien que pudiera dar una pista, pero nada, no había nada.
Era cierto, nadie se había dado cuenta de que Liliana no estaba hasta terminada la fiesta, ¿Cómo demonios pudo ocurrir?
Ya sin más por hacer, Frida y Gabriel salieron de la mansión, el hombre iba en completo silencio tratando de averiguar qué estaba sucediendo, pero nada, no había nada que el pudiera hacer.
Algo que era seguro, era que si alguien conocía a Liliana, esa era su familia, por lo que el tema debía recaer en las manos de Luis y el, solo debía confiar.
- ¿Gabriel?
- Dime…
- ¿En qué tanto demonios piensas?
- En nada, ¿Por?
- Llevas todo el camino serio… -dijo Frida con curiosidad.
- No te voy a negar que estoy pensando en lo que acabamos de presenciar.
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