Liliana despertó aun sintiéndose adormilada. Sus ojos le pesaban, se sentía cansada, sentía que cada parte de su cuerpo, al intentar moverla, le dolía.
De pronto, sus ojos se posaron en el hombre que estaba sentado a su lado, él era alguien que jamás en su vida había visto, era sumamente atractivo. Sus ojos eran de un azul muy intenso, su piel increíblemente blanca y su rostro expresaba preocupación.
Aquel caballero, al notar que ella despertaba, se acercó, tomó su mano y Liliana pudo sentir una extraña calidez. Debía estar soñando, pensó la joven, puesto que nadie en su vida la había mirado con esos ojos.
- ¡Tranquila, descansa! Pronto estarás bien… -pudo escuchar Liliana en un susurro, luego sintió cómo el hombre acarició su cabello.
Liliana, al sentir aquella muestra de afecto, se sintió tranquila y sería el medicamento, serían las circunstancias, no lo sabía, pero, poco a poco, se volvió a quedar dormida como nunca antes lo había hecho.
Theodore no podía negar que, Liliana era la