Theodore cerro por un momento los ojos, los abrió cuando se percató de que el auto se había detenido.
- Señor, hemos llegado a donde nos reuniremos con otros compañeros. -dijo Elías, el hombre a cargo de la operación en Nueva York.
- ¿Qué? ¿Cómo? -dijo Theo un poco adormilado.
- He contactado a mi equipo en México y ellos nos ayudarán, conocen el lugar y saben cómo podremos llegar a donde nos marca la última señal del móvil de Luis Cedeño.
Al descender del auto se topó con varios hombres con ropas oscuras y muy bien armados.
- Señor Howard… -saludó el comandante de aquella tropa.
- Buena noche… -respondió Theo sin saber de quién se trataba.
- El señor presidente nos pidió cuidar muy bien su espalda, pues el señor Meisel le encargó su seguridad, por lo que usted solo nos acompañará hasta aquí. -dijo el hombre con seriedad.
- ¡No! ¡No, yo debo ir! Yo no puedo simplemente quedarme aquí a esperar, sé manejar armas y puedo cuidarme solo… -dijo Theo con seguridad.
- ¡Lo siento señor