Theodore y Florence caminaban por la acera, llevando de la mano a Rui, ese niño definitivamente sabía cómo ganarse el corazón de las personas.
Su forma de ver la vida, su plática los asombraba, pues para tener 9 años, era un niño bastante interesante, pareciendo una biblioteca andante.
Mientras caminaban y compraban un helado nocturno, Theo se perdió en el recuerdo de aquel hijo que nunca pudo llegar. Ese hijo que hoy día tendría ya 4 años, eso le generó un nudo en la garganta, aunque se le disipó cuando Florence llegó y le entregó un helado.
- ¡Anda, ya! Quita esa cara, que sé que cuando pones esa cara, estás pensando en el pasado.
- ¡No! ¡No! ¡Bueno, sí! El pasado siempre estará ahí, eso no lo puedo cambiar, pero me gusta mi presente… ¿Oye?
- Dime…
- ¿Nunca pensaste en tener hijos? -pregunto Theo con curiosidad.
- ¡Claro que sí! Pero, la vida tenía otros planes conmigo después de que él muriera, bueno, pues… Todos esos planes los enterré junto con otros más.
- ¡Jamás pensaste en dart