En una de las camionetas que seguían a Heinrich, despertaba Hans, quien al sentir cómo James subía a esta dijo:
- ¿Qué… ¿Qué sucedió? ¿Dónde estamos?
- Señor Meisel, venimos a ver a una conocida de su hermano… Ella ahora va con él en la camioneta de adelante. -dijo James, aún desconcertado por la actitud de su jefe.
Hans, al escuchar aquellas palabras, se levantó del asiento y dijo:
- ¿Cómo? ¿Cómo que mi hermano vino a ver a una mujer? Él no conoce a nadie en México. ¿Quién puede aguantar a ese ogro? Mírame, estoy molido, llevo desde las dos de la mañana trabajando y este ingrato ni el desayuno me ha invitado.
- Bueno, pues creo que ahora que lleguemos al hotel pediré que le lleven servicio al cuarto, ¿Está bien?
- ¡Gracias, Hans! ¡Eres un sol! Aun no entiendo por qué trabajas con mi hermano…
- Bueno, con el tiempo se le agarra el modo y el gusto…
- ¡Ja! Llevo 40 años de mi vida a su lado y créeme, aun no le agarro el gusto como dices.
- El señor no es tan malo, solo es un tanto exige