Dayana sintió una gran punzada en el pecho y manos, pues lo que veía ahí era algo que no esperaría jamás que sucediera. El hombre que conoció anoche estaba parado ahí, justo frente a la puerta de su casa, su espalda comenzó a sudar frío, definitivamente no estaba preparada para lo que estaba sucediendo en ese momento.
Thiago no entendía la presencia de aquel hombre que en su vida había conocido. Por un momento no pudo negar sentirse intimidado, pues si Thiago emanaba un aura fría, este hombre podía emanar algo más que frialdad, pero no necesitaba hacer mucho, pues su elegancia y porte por sí solos hablaban.
- ¿A quién busca? ¿Cómo entro muy fácilmente a esta propiedad? -preguntó Thiago en un modo retador.
El hombre internamente lamentaba estar así de desalineado, él normalmente cuidaba mucho su apariencia, pero, al ver que Dayana no llegaba a casa y recordando cómo había muerto Liliana, lo hizo perder la cabeza ante muchas de las posibilidades.
- Vengo a dejar el auto de la señorita G