Tal como lo dijo Isabel, tan pronto el avión arribó al aeropuerto de Londres-Heathrow, ella ya estaba ahí, para recibir con los brazos abiertos a su nieto, sí, ese nieto que por años se había negado a regresar.

Debía ser completamente honesta, le partía el corazón al saber lo que había pasado, pero muy en el fondo sabía que era lo mejor, una chica que no pertenecía a ninguna familia como la de ellos, podía llegar a ser su esposa.

Isabel pensaba que, con el tiempo, él aceptaría a una buena muchacha que ella le presentara, solo era necesario ser paciente y esperar a que su corazón sanara.

Para ello, necesitaba que sus mejores amigos la ayudaran. Ya el tiempo mostraría cuál era su realidad, él era un duque, él no podía andar en amores pasajeros, ya había dejado pasar más de 20 años y ahora que regresara, ella debía hacerlo sentar cabeza.

- ¡Theodore Richard Howard Tudor! ¡Bienvenido a casa, hijo! -dijo la abuela abriendo los brazos para estrecharlo entre ellos.

- ¡Abuela! ¿Qué haces