LIBRO 4. Luca Cavalcanti es un hombre alegre, inteligente, guapo, pero... promiscuo. Baila al son de cualquier cosa con piernas largas, falda o mejor sin ella. Emily McDermott es una joven inteligente bella y decidida, pero se vuelve mantequilla ante su nuevo jefe, al que le hará varias travesuras para que deje de ser tan fresco. Acompaña a estos dos personajes en su camino a la felicidad y averigua si se quedarán juntos.
Ler maisMiro por la ventana, pensando en mi dolor.
El haber perdido a mi padre me ha hecho sentir solo, pasaba la mayor parte del día con él, dirigiendo la empresa, escuchando sus consejos y sus regaños por mi “vida loca”.
No puedo evitar dejar salir un par de lágrimas pensando en la falta que me hace. Puede parecer estúpido, ilógico, infantil, tengo treinta y cinco años, pero hoy mejor que nunca entiendo esa frase “los padres siempre hacen falta”.
Suspiro con pesadez, quisiera tener a alguien que me ayude en este momento, pero estoy solo. Mi hermana está en casa, viviendo a su propia manera el dolor y, aunque he vivido los últimos diecisiete años acompañado casi todas las noches, es cierto que han sido compañías vanas, sin sentido.
Podría ver ahora mi agenda y ninguna de ellas sería capaz de levantarme el ánimo, de sacarme de mi pena. Llaman a la puerta, me limpio las lágrimas e indico que pasen. Veo entrar esos bellos ojos azules, esa sonrisa carmesí y ese cabello rizado color fuego.
-Di-disculpe, venía a traerle algo – saca detrás de su espalda una pequeña bolsa de papel de mi pastelería favorita -.
-Ven, toma asiento, Emily.
Se acerca rápidamente, se sienta frente a mí con su bella sonrisa, deja la bolsa sobre el escritorio y saca dos cajas, cada una con un trozo de pastel de chocolate.
-Sé que pre-prefiere los croissants, pero por experiencia sé que un pastel de cho-chocolate sube más el ánimo – me acerca uno, me extiende un tenedor y abre el suyo -. Yo lo acompañaré.
-Gracias, Emily, es un lindo gesto – recibo el tenedor, tocando levemente uno de sus dedos y un calor se extiende desde mi corazón hacia el resto de mi cuerpo -. ¿Cómo sabes que estoy triste?
-Por sus ojos, “los ojos son las ventanas del alma”. Además, lleva días sin llamar amigas – mira sus manos -, entiendo que está de luto, pero antes ha estado triste y así es como se ha levantado el ánimo.
-Me temo que esta vez nada podrá sacarme de esta pena, Emily – pruebo un trozo de pastel -. Pero tal vez solo necesito a la persona indicada para eso – la miro fijamente y ella se sonroja, es más bella así, pero la mejor versión de ella esa Emily enojada, llevándose a todos por defender su punto de vista -. Este pastel está delicioso.
Nos quedamos en silencio, comiendo este pastel levanta ánimos, ella sonríe de vez cuando, nuestras miradas se cruzan y siento más calor en mi pecho que nunca antes. Sin darme cuenta, estoy sonriendo otra vez. Ella se pone pie, retira las cajas vacías y las mete en la bolsa, una parte de mi cuerpo comienza a sentirse vacía, con miedo a que ella se vaya y ya no vuelva, para volver a sentir ese calor.
-Bueno, mi jefe ha recuperado esa sonrisa que derrite corazones, ahora me quedaré en el escritorio escribiendo algunas cartas, esperando a que agende alguna cita – me guiña un ojo, sonríe y se dirige a la puerta -.
De pronto, las palabras que muchas veces me gritó mi padre para entenderlas, se me vienen a la cabeza: “Tienes el amor en frente de tus ojos y no la estás viendo”. Me paro rápidamente y me dirijo a ella, la tomo del brazo y siento otra vez esa sensación inexplicable, pero que me hace sentir bien.
-Emily… agende una cita para las cinco de la tarde – veo sus ojos con decepción, pero me dedica una sonrisa de todas maneras -. Con la señorita Emily McDermott, le debo un postre.
-Yo… yo no sé si eso sea correcto.
-Y yo tampoco sé si esto lo sea – bajo mi rostro hacia el de ella y poso mis labios en los suyos, es una experiencia única, dulce, cálida, llena de todo lo que me ha faltado estos años. Me separo de ella lentamente, ella se queda con los ojos cerrados -. Si puedo pedirle algo más – abre los ojos -. Queme la agenda de citas, por favor.
-Co-con mucho gusto, señor.
Nos quedamos frente a frente unos segundos más, hasta que ella se aparta un poco y sale de la oficina, pero esta vez no siento ese miedo a la soledad, porque mi salvadora está cruzando esa puerta. Me regreso al escritorio con una sonrisa de bobo y me siento mirando la fotografía que tengo con mi padre sonriendo.
-Grazie caro papà.
El chico rabea solo, entre el escaso sol y el viento del campo en Mitchelstown, una localidad en el condado de Limerick, Irlanda, y el castigo que su madre le ha impuesto solo por ser… libre, su vida la considera un asco.Lo ha enviado con su amiga, Deidre, para que le ayude con el trabajo en una pequeña granja que esta ha adquirido a las afueras de la ciudad. Debe limpiar la suciedad de los animales, alimentarlos, pasear a los caballos, ordeñar a la vaca y ocuparse de sí mismo.En esta casa no hay sirvientes, Deidre y Liam decidieron que esa sería una casa de relajo, para escapar de la ciudad, pero también una casa de castigo.Al menos Agustín no está solo, su primo Connor está con él, también bajo castigo por dedicarse a las fiestas en lugar de estudiar.-No puedo más, esto para mí es demasiado.-¿Qué harás, primo?-Llamaré
-Agustín… ¿dónde estás?Silencio.Sigo buscando a mi pequeño, quién se vuelve un torbellino cuando su madre no está en casa. Hago silencio y escucho su risita, proveniente de su habitación.-Pero ¿cómo? Acabo de revisar allí.Entro y comienzo a buscar, me arrodillo para ver bajo la cama, mas allí tampoco está. Vuelve a reír, entrecierro los ojos y no me creo que esté escondido allí.-Oh… creo que Agustín está… ¡aquí! – digo abriendo el closet, pero como me imaginé, no está allí -. Y no está… que pena, tendré que ir a comer galletas solo.-¡Galletas! – grita, saliendo del cesto de la ropa sucia, con la tapa de sombrero -. Quero galletas, papà carino.-Oh, ahí está mi hijo – voy a hasta é
Salgo de una junta con socios bastante agotadora y me voy directo a oficina, suspiro y solo pido que se termine este día, para ir con mi esposa y cuidarla en los últimos días que quedan para dar a luz a nuestro pequeño Agustín.Llamo a Elia, la asistente que la reemplazará y que la misma Emily eligió para la tarea. Ella entra con su sonrisa cordial, con su libreta entre manos.-Señor Cavalcanti.-Elia, cancele todas las reuniones que me queden hoy, ya no aguanto más.-Ya no queda ninguna, señor.-Perfecto, entonces me voy – me pongo de pie y tomo mi chaqueta -. Desde este momento mi hermana queda a cargo de todo, nos vemos en tres semanas.-Que tenga un buen descanso señor y suerte.-Gracias.Salgo de la oficina con la chaqueta sobre mi hombro, veo que las puertas del ascensor se abren y aparece ella, la luz de mis tormentos. La misma que me envi
Estamos en un día de fiesta, sin embargo, no está ajena a los conflictos. O lo estaba. Me miro al espejo, con mi traje de novio y sin dejar de pensar en que me casaré con una mujer maravillosa.Sonrío como bobo, pensando en su carácter, en especial porque ni su familia se le escapa.1 semana antes…-Hola hermanita – Liam está en una videoconferencia desde Irlanda -. Ya pongo a mis padres, te toca difícil.-Necesito que me ayudes, si debes intervenir…-Lo haré, pero no creo que lo necesites.Me toma la mano y yo le sonrío, para darle ánimo, mi chica tiene que defender su matrimonio conmigo. Sus padres han rechazado la invitación a la boda y lo han anunciado hace apenas unas horas, una semana antes de la boda, como manera de presionar que no la realicemos. Ahora mi chica se va a enfrentar a ellos.-Luca, ¿c
Estamos en la sala de reuniones al costado de mi oficina Pía, Emily y yo, ordenando algunos documentos, mientras yo disfruto de la conversación de mis mujeres.-Creo que el último mes lo dedicaré a dormir – dice Pía -. Porque serán dos príncipes que me despertarán sin consideraciones.-Yo ya me hice la idea de que al nacer nuestro hijo, además de amamantar, haré mil ejercicios. Voy a terminar como vaca y tu hermano no me detiene al comer.-Pero mi vida, si te digo que no, te molestas conmigo – le digo afligido -.-¿Me prefieres gorda o enojada?-Yo…Pero un ruido en mi oficina nos silencia, la puerta había quedado cerrada y nadie debería entrar. Me pongo de pie, Pía me sigue.-Aprovecho de ir al baño, estos niños presionan mucho la vejiga.Salimos de la sala a la oficina riendo, dejo que Pía
Estoy en mi oficina esperando por una reunión con proveedores de insumos, pero la verdad es que me provoca estar en mi cama, porque no me siento nada bien. Emily entra para decir que ya me esperan en la sala contigua y hago un enorme esfuerzo para ponerme de pie.Saludo a cada uno, entre ellos está Gabriel Manterola. Pía conversa con él animadamente, ya que ella es quien ha tomado la vicepresidencia.No puedo evitar sonreí al pensar que mi hermana se las dio de escapista, huyendo enojada de Alex porque lo creyó un traidor, luego me lo llevé a Italia para sacarle celos a mi hermana y le dije que la hiciera sufrir un poco, que los demás nos encargaríamos de hacerle dar cuenta de su error. Y resultó.Pero lo mejor de todo, fue el regreso, porque tras casi dos semanas lejos de mi chica, nos encerramos tres días en mi departamento, no salimos para nada porque me aseguré de abastecerme
Último capítulo